Opinión
Ver día anteriorSábado 18 de noviembre de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Varios equilibrios
Foto
José Luis Castillo, director artísticoFoto Juan Arturo Brennan
D

e pronto (es decir, con mucha frecuencia) nuestra cartelera de música de concierto se empobrece notablemente y se vuelve tediosa y repetitiva; y de pronto, con alguna frecuencia, es la música contemporánea la que llega al rescate, y en buena hora. Con el título epónimo de esta nota, el Ensamble del Centro de Experimentación y Producción de Música Contemporánea (Cepromusic), bajo la sólida conducción de José Luis Castillo, presentó un programa más que ecléctico, más que sorprendente y más que complicado, tanto para ejecutantes como para oyentes. Sede: el auditorio del Museo Universitario Arte Contemporáneo (Muac), en Ciudad Universitaria, que se ha convertido en un muy buen espacio para la música nueva. Aquí, algunos hitos destacados de lo allí escuchado:

Anatomy, del galés Richard Barrett. Alta diversificación de texturas, con obbligati (cuasi-solos) varios, e.g. violín, clarinete bajo, corno, bien integrados a la masa instrumental. Abundantes glissandi, conducentes a una llamativa inestabilidad sonora, todo en el marco de un discurso básicamente hiperactivo.

Drawing, del japonés Toshio Hosokawa. Por contraste casi extremo con Barrett, una poética contemplativa, sutil en timbres y en campos armónicos fugazmente detectables. Y sí, contraste y crecimiento a partir de ciertos gestos sonoros como anclas, y un final decreciente para cerrar un gran arco de concepto y de sonido.

La dimensión frágil, de Víctor Ibarra, mexicano. Partitura explosiva desde el arranque, armada a base de sonoridades instrumentales extremas y/o inusuales, con la sabia contraparte de la dramaturgia del silencio. En toda la obra, un manejo tímbrico experto y diversificado.

Tetexcalhuiliztli, del argentino Marcelo Toledo. Pinceladas de cierto primitivismo instrumental venturosamente no anecdótico, sino abstracto, bien depurado y estilizado para fines expresivos sin referentes pintoresquistas. Obra muy física, que convoca a una cierta percepción de objetos que suenan.

Bruma en el pliegue I y II, de Alejandro Romero, mexicano. Otro refinado estudio en texturas, densidades y contrastes, más sólido y compacto en su segunda parte (estrenada en esta ocasión), cuyo asombroso final se derrite como un lánguido reloj de Dalí.

Palimpsest, de Iannis Xenakis. Apláudase a José Luis Castillo, como en otras ocasiones, la saludable inclusión de un clásico del siglo XX como indispensable ejercicio de a) disfrute, y b) memoria. El piano y los parches de percusión son guía, asidero y esqueleto de esta notable obra del gran músico rumano-griego-francés, que aquí reconoce (y paga) su deuda con Bartók y Stravinski. Juego y rejuego de homogeneidades y discrepancias en los sub-grupos instrumentales, que conducen a un discurso de una modernidad duradera, diáfana, fresca hasta hoy y siempre poderosa.

Preparación, dirección y ejecución, al alto nivel que es usual en el Cepromusic. Pero… poca difusión previa del evento. Las instituciones necesitan poner más atención, recursos y voluntad en este rubro fundamental, sobre todo para este tipo de proyectos; Chaikovski se vende solo, Xenakis no. Buena nueva para un futuro inmediato que ya llegó: mientras usted lee estas líneas, ensamble y director tocan este mismo programa en Madrid, Valencia y Palma de Mallorca, con la adición de una obra del compositor valenciano Carlos Fontcuberta. ¿La escucharemos acá algún día?