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Sobrepeso y obesidad: Teresa Shamah Levy y Lucía Cuevas Nasu Dirección de Vigilancia de la Nutrición, Centro de Investigación en Nutrición y Salud, Instituto Nacional de Salud Pública [email protected] El sobrepeso y la obesidad se han convertido en uno de los mayores problemas de salud que afectan a los mexicanos por su asociación con las enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, infartos al miocardio y el daño renal, entre otros factores. Además, tienen graves efectos negativos para desarrollar actividades productivas, lo que repercute en el capital humano del país. Según la Organización Mundial de la Salud, esta epidemia afecta a 1,900 millones de adultos en el mundo y cobra especial importancia en los niños y adolescentes, pues en este periodo de la vida su prevalencia en países en desarrollo es de alrededor de 13.4% y de 22.6% en países desarrollados. En Latinoamérica se estima que entre 16.5 y 22.1 millones de adolescentes tienen sobrepeso u obesidad. Desafortunadamente nuestro país no escapa de esta realidad mundial, ya que afecta a millones de mexicanos y ha tendido a incrementarse a partir de la década de los ochenta, sin distinción de edad, sexo ni nivel socioeconómico. De acuerdo con los datos de la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Medio Camino 2016, aproximadamente 7 de cada 10 adultos mayores de 20 años padecen sobrepeso y obesidad (72.7% mujeres y 69.4% hombres). A ello se aúna la preocupante situación de la alta prevalencia en la población en edad escolar –donde 1 de cada 3 la padecen– y la tendencia al alza en la población adolescente, que alcanza cifras mayores a las de los escolares (véase figura 1). Llama la atención que conforme aumenta la edad se incrementa la probabilidad de padecer obesidad, sin distinción de sexo ni área de residencia, pues como lo muestra la información del 2016 en el área rural se presentó un aumento muy importante en las mujeres adolescentes (de 12 a 19 años), a diferencia de las que habitan en el medio urbano. Este incremento se estimó en 9.5 puntos porcentuales en tan sólo cuatro años (27.7% en 2012 y 37.2% en 2016). Si bien este aumento también se presentó en el caso de los hombres adolescentes de áreas rurales, no fue tan alto como en el caso de las mujeres (25.8% en 2012 y 32.7% cuatro años después) (véase figura 2). Es probable que en las zonas rurales de nuestro país se esté presentando un proceso de transición nutricional semejante al que ocurrió con las zonas urbanas, cuando los patrones de consumo y estilos de vida se fueron modificando debido a una serie de factores promotores del ambiente obesigénico: la publicidad, la enorme oferta de productos alimenticios, la realización de actividades cotidianas que se asocian al sedentarismo, la gran disponibilidad de alimentos y bebidas procesadas, con alto contenido de sal, azúcares refinados y grasas, y mínimas cantidades de vitaminas, minerales y fibra, junto con un bajo consumo de agua pura, ya sea por falta de disponibilidad de la misma o por preferir bebidas con azúcares añadidos. Con el fin de dar una explicación al incremento del sobrepeso y la obesidad en adolescentes del medio rural mexicano, aun cuando sabemos que la dieta juega un papel muy importante, realizamos un análisis específico para explicar la relación entre la condición de estudio y la categoría de trabajo actual en los hombres adolescentes. Observamos que la prevalencia de exceso de peso entre los adolescentes que no realizan labores en el campo, sin importar si estudian o no, es tres veces mayor (34.4%) con respecto a los jóvenes que llevan a cabo actividades agrícolas y además son estudiantes (10.3%) (véase figura 3). También percibimos menor sobrepeso y obesidad en quienes trabajan en el campo, pero no estudian (21.1%), respecto al 34% de los que no realizan actividades de campo, sin importar su condición de estudiante (figura 3). En el caso de las mujeres no advertimos diferencia entre la prevalencia de sobrepeso y obesidad y la condición laboral. Otra de las explicaciones asociadas a la ingesta podría ser el consumo de bebidas azucaradas, pues según la encuesta de 2016 ésta es mayor en los adolescentes de áreas rurales en comparación con los urbanos: 87% vs. 82.7% (véase figura 3). Reflexiones finales El incremento del sobrepeso y la obesidad, sobre todo en la infancia, así como la escasez de intervenciones con resultados eficaces en su prevención y control, implican costos económicos relevantes para las familias y para el Estado, junto con una disminución paulatina en la calidad de vida. En el mundo, México tiene uno de los mayores índices de crecimiento de obesidad en la niñez. De mantenerse esta tendencia, se ha estimado que para el año 2023 el costo económico y de salud relacionado con el sobrepeso y la obesidad podría llegar a representar alrededor de 185 millones de pesos por gastos médicos directos, sin cuantificar su impacto en la productividad y la calidad de vida de los afectados. Aun cuando se recomiendan cambios en el estilo de vida –incluyendo la reducción de la ingesta calórica, la disminución del comportamiento sedentario y el aumento de la actividad física–, para la prevención y el tratamiento de la obesidad lo más importante será, primero, reconocer que no está funcionando la estrategia de individualizar las intervenciones a nivel nutricional y de elaborar guías de actividad física, emprendidas hasta el momento. La reducción del sobrepeso y la obesidad se lograrán en la medida que exista una estrategia de Estado que conjunte acciones integrales, apoyadas por un marco jurídico.
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