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Los inigualables quelites Marco Ginez Cruz y Indira Alonso Hernández
México es un país con una de las mayores culturas gastronómicas del mundo. El siempre presente toque único en todos los platillos representa un atractivo que disfrutamos muchos mexicanos y extranjeros. Como parte de esta rica gastronomía nacional están los quelites, un grupo comestible de plantas que aportan gran cantidad de fibra, vitaminas y minerales. Dentro de este grupo se encuentran la chaya, el chepil y el alache, cada uno de ellos utilizado para preparar diversos platillos mexicanos. La gente que consume alguno de estos tres quelites lo hace porque popularmente se cree que alivia diversos malestares provocados por alimentos, como el empacho, el dolor de estómago o la indigestión, entre otros. Por desgracia, el acelerado ritmo de vida moderna, aunado a una deficiente cultura higiénica, ha llevado a nuestro país a ocupar uno de los primeros lugares en las estadísticas de enfermedades gastrointestinales. Éstas son una de las primeras causas de consulta médica, por lo que se les considera uno de los principales problemas de salud pública a escala nacional y mundial, que afecta a personas de cualquier edad y condición social, aunque los más vulnerables son menores y personas mayores. Los padecimientos gastrointestinales pueden ser provocados por virus, bacterias y parásitos. Dentro de este último grupo se encuentra la amiba (Entamoeba histolytica), que causa la amibiasis, enfermedad endémica de México.
La infección de amibiasis intestinal ocurre por vía fecal-oral; es decir, una persona infectada elimina al parásito en las heces y otro individuo acaba ingiriendo los quistes, forma resistente e infecciosa del parásito. La transmisión puede suceder de diversas formas, pero la más común es a través de agua y alimentos contaminados, lo que hace tan recurrente esta enfermedad en países con una escasa cultura higiénica y con un sistema de drenaje y de recolección de basura tan deficiente como México. Al llegar a la comida de millones de personas al día, los quistes entran al consumidor por vía oral. Una vez dentro del organismo, el parásito puede llegar al colón o pasar a diversos órganos, por ejemplo al hígado, y producir absceso hepático, una de las formas más agresivas de este microorganismo. Si bien la incidencia anual ha bajado en años recientes, siguen siendo elevadas las cifras al día de hoy. En la Unidad de Investigación en Medicina Experimental de la Facultad de Medicina de la UNAM, se estudió si los tres quelites mencionados (alache, chepil y chaya) por separado tienen un efecto en contra de la amiba. Para ello se analizaron varias muestras: dos de chaya –una de ellas de la región de Timucuy y otra de San Pedro Chimay, ambas en Yucatán–; dos de chepil –una crecida de forma espontánea y otra cultivada, provenientes de San Antonino Castillo Velasco, Ocotlán, Oaxaca– y una muestra de alache –de Nepantla, Estado de México. Para realizar los experimentos se hicieron dos tratamientos: uno consistió sólo en pulverizar las hojas y el otro en concentrar los componentes de dichas muestras para potenciar un posible efecto a través de una infusión.
Los estudios consistieron en poner en contacto diferentes cantidades de las hojas pulverizadas y de la infusión de cada una de las muestras con células amibianas, dentro de un sistema diseñado para facilitar la observación y el experimento. Con el fin de determinar si los tres quelites estudiados producen o no un efecto favorable contra el parásito, durante tres días se registraron los cambios en la cantidad de células vivas y se calculó su porcentaje. Los experimentos permitieron concluir que el alache es la única de las plantas estudiadas que no tiene un efecto contra el parásito, ya que no varió la población de amibasal aplicarle hojas pulverizadas o la infusión. En contraste, los resultados obtenidos por la chaya y el chepil indicaron que disminuyó la cantidad de células del parásito cuando están en contacto con cualquiera de las muestras de chaya y chepil, comparada con el crecimiento normal de los parásitos durante las 72 horas del experimento. De modo claro, se observó que el chepil y la chaya provocan la muerte celular de las amibas cuando la infusión está en contacto con éstas. En particular, tanto el chepil espontáneo como el cultivado indujeron el mismo porcentaje de muerte (60%), igual porcentaje que el obtenido en los experimentos realizados con la infusión de chaya de la región de San Pedro Chimay; en cambio, los resultados con la chaya de Timucuy alcanzaron sólo 47% de muerte celular en los parásitos. Menos alentadores fueron los resultados obtenidos con las hojas pulverizadas de ambas plantas, pues únicamente se inhibió el incremento celular de las amibas: mientras el chepil espontáneo y cultivado lo controló 40 y 20%, respectivamente, la chaya de ambas regiones lo inhibió 30%. El análisis de las muestras permitió concluir que, de las tres plantas estudiadas, tanto el chepil como la chaya muestran un efecto favorable en contra de lasamibas, pues mientras la infusión de ambas plantas causa la muerte celular del parásito, sus hojas pulverizadas pueden controlar el incremento en la cantidad de microorganismos.
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