El cardenal José Francisco Robles Ortega, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), criticó a los partidos políticos que desdibujan sus identidades, pierden sus liderazgos claves, se vinculan con opciones políticas contrapuestas, haciendo que el voto en conciencia de los católicos sea más arduo que nunca.

Luego de señalar que en los próximos ocho meses viviremos el estremecimiento de las precampañas y las campañas electorales, el arzobispo de Guadalajara también se refirió a los aspirantes independientes, muchos de los cuales, aseguró, parecieran ser no tan independientes.

Los candidatos independientes surgen y momentáneamente parecen ofrecer una alternativa a las opciones políticas tradicionales. Sin embargo, más pronto que tarde, algunos independientes resulta que no lo son tanto.

En el mensaje inaugural de la 104 asamblea plenaria de la CEM, aseguró también que uno de los papeles de la Iglesia católica en el contexto electoral es evitar que nuestro pueblo crea que el criterio es elegir el mal menor.

Y es que en la enseñanza de la Iglesia el mal moral no puede ser elegido nunca ni como fin ni como medio. El principio del mal menor sólo aplica cuando los males en juego son de orden físico, no moral, tal como saben bien, por ejemplo, los expertos en bioética.

Aseguró que en los escenarios políticos complejos lo que debe imperar es la búsqueda del bien posible, que aunque sea modesto, todos estamos obligados a procurar.

Subrayó que hacer el bien posible significa impulsar todo lo que aporte al bien común, a la paz, a la seguridad, a la certidumbre, a la justicia, al respeto a los derechos humanos y a la solidaridad real con los más pobres y excluidos.

Dijo que nunca como ahora, el desconcierto y la insatisfacción social definen el escenario electoral.

Recordó que la Iglesia como institución no debe inducir el voto hacia partido o candidato alguno.

Asimismo, insistió en que la Iglesia debe estimular la más amplia participación cívica. Entre más ciudadanos participen, más posibilidades habrá de que nuestra sociedad madure y sea responsable de la cosa pública.

Recordó que en septiembre hubo grandes pruebas para el pueblo mexicano: huracanes, tormentas tropicales y dos terremotos. Frente a esto se desató una reacción solidaria de la sociedad y de las diócesis y de la CEM por medio de Cáritas.

No obstante, ha habido una invisibilización del aporte católico en estos y otros asuntos, que sigue siendo constante.

Aclaró que nadie busca un protagonismo vano o una presuntuosa y falsa actitud solidaria. Lo que deseo subrayar es que continúa la marginación de la contribución cristiana al desarrollo social del país.

Comentó que existieron situaciones de tensión al momento de intentar canalizar ayudas por la Iglesia y que, en algún caso, fueron desviadas hacia otras instancias, sin faltar algunos abusos y maltratos graves a brigadistas.