as relaciones peligrosas. En 1945, pocos años antes del embate de la derecha política durante el macartismo, las ligas de la decencia y el conservadurismo católico en Estados Unidos ya promovían el linchamiento moral y la quema pública de libros y revistas considerados inmorales. Tal fue el caso de la historieta gráfica Wonder Woman (La mujer maravilla), de William Moulton Marston, primer cómic de acción que colocaba a una superheroína –desinhibida y aguerrida–, como una seria competencia frente a la hegemonía de superhéroes justicieros como Batman y Superman, emblemas en boga de la masculinidad triunfante.
El profesor Marston y la mujer maravilla (Professor Marston and the Wonder Woman, 2017), de la realizadora estadunidense Angela Robinson (creadora de teleseries, entre ellas, The L Word, 2004-2009), no relata, en sentido estricto, el proceso de producción de dicha historieta ni tampoco es una variante de las aventuras de la heroína, justo en el momento del estreno del nuevo blockbuster La mujer maravilla, de Patty Jenkins. Lo suyo es una empresa muy diferente. A partir de una serie de flash-backs, la película aborda la biografía sentimental y las apuestas científicas de William Marston Marston (Luke Evans), profesor universitario en Harvard, con especialidad en sicología, inventor de un detector de mentiras (relación entre la presión arterial y la negación de la verdad), y promotor de una teoría –el llamado modelo DISC– según la cual las nociones de dominación, inducción, sumisión y obediencia explicarían la conducta y las respuestas emocionales primarias en los seres humanos. En sus exploraciones académicas le acompañaba siempre, como celoso guardián neurótico, su esposa Elizabeth (Rebecca Hall). El encuentro con la atractiva estudiante Olive Byrne (Bella Heathcote) alterará de forma dramática la estabilidad conyugal de la pareja, orientando incluso el trabajo del profesor hacia la creación de una historieta gráfica donde logra condensar y magnificar sus intuiciones científicas en un modelo de esa mujer perfecta, empoderada y sensual, alejada de los estereotipos de género y las nociones de normalidad, que será la mujer maravilla.
La nueva historieta gráfica ofrece una carga erótica y desinhibida, en la cual la protagonista somete a sus adversarios de forma subyugante e implacable, es reflejo del propio entendimiento afectivo y carnal del trío amoroso que formaron Marston, Elizabeth y Olive, para escándalo de la sociedad que en los años 40 fustigaba con violencia toda heterodoxia sexual, más aún cuando esta se presentaba como opción válida de armonía doméstica. La directora Angela Robinson combina así el relato verídico del ménage à trois que fue, en esencia, una relación lésbica con participación de un marido muy pronto fascinado y rebasado por sus propias teorías sobre la dispersión del deseo y su inesperada materialización, y la génesis del personaje de Wonder Woman al que la censura despojaría, por un tiempo, de su contenido subversivo, para ser recuperado, años después, por una literatura feminista como empoderamiento de género.
La película presenta, sin embargo, esta trama novedosa, en apariencia subversiva, con cierto candor en la realización. Las escenas eróticas son cautelosas e inofensivas, y la edición del filme resuelve la complejidad de la narración de modo atropellado, como si queriendo decirlo todo no acertara a concentrarse en ningún aspecto particular digno de énfasis o intensidad dramática. Los dos hijos del trío amoroso aparecen así como personajes esquemáticos, desdibujados, ausentes siempre de la peculiar convivencia doméstica. Incluso, el rechazo social que despiertan los protagonistas en la sociedad puritana se expresa sólo en un malestar difuso y un arranque de indignación de los vecinos, sin mostrar de lleno la carga de intolerancia generalizada que conduciría a la quema pública de las historietas.
Sin embargo, y pese a estas pequeñas limitaciones narrativas, en una época como la nuestra en que las conductas privadas se exponen al escrutinio de los medios con rigor renovado, esta pequeña historia detrás de una historieta gráfica popular, cobra una actualidad y un atractivo insospechados.
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