Lourdes tuvo la suerte ambigua de ser hermana de Mariana la Barby Juárez, una de las boxeadoras pioneras y más conocidas en México. Es verdad que le dotó de ciertos privilegios –reconoce la apodada Pequeña Lulú– al iniciar su carrera de peleadora. Tuvo mejores condiciones para negociar contratos y mayor promoción que el común de las de las jóvenes que empiezan en este negocio, pues su hermana le allanó el camino.

Pero ese lazo también le generó el juicio severo de la afi-ción –recuerda Lourdes–, porque siempre está bajo la mirada exigente y la comparación permanente con Mariana Juárez.

“La gente es muy severa conmigo por ser hermana de la Barby”, comenta; siempre quieren más y aunque me esfuerce demasiado y me entregué totalmente, me van a exigir todavía más.

El sábado 4 de noviembre, Lourdes enfrentó a Diana Bonita Fernández y la venció por decisión dividida. Ganó –asegura– de manera clara. Sin embargo, hubo público que opinó que la habían favorecido por ser hermana de la Barby.

Empecé floja, sin velocidad, admite Lourdes; pero a partir del tercer episodio apreté y gané bien. La vencí aún sin ese punto que le descontaron porque me pegaba con la cabeza una y otra vez, hasta que la castigaron. Gané y de eso no tengo duda, porque cuando no lo hago bien soy la primera en admitirlo.

Lourdes sufrió del peso de la fama de su hermana, sobre todo cuando empezó su carrera, pero ahora dice que sabe esquivar las opiniones hostiles. Lo dice sin victimizarse ni con asomo de rencor. Esa es su personalidad y le ayuda a no salir lastimada afuera del cuadrilátero.

Mi hermana es la que se enoja más cuando me critican, cuenta; no deja de ser mi hermana mayor y a veces se engancha; yo en cambio lo dejo pasar y hasta me motivo para salir a dar lo mejor de mí. A veces la gente no comprende que los golpes los recibo yo, la que madruga para correr y se agota en el gimnasio soy yo, no mi hermana.

Ahora suma 22 victorias y dos derrotas, trayectoria que empieza a darle confianza.