En México se ha considerado que las sucesivas reformas a la legislación electoral podrían resolver los graves problemas en ese ámbito, pero que corresponden a otras instancias, lo que genera desánimo en torno al sistema de votación. No obstante, problemas tan complejos como la falta de cohesión social, violencia, corrupción y debilidad del Estado y de la Presidencia no son consecuencia de un régimen electoral y su solución no depende de éste, advirtió la investigadora Soledad Loaeza.

Al impartir la conferencia Cien años de reformismo electoral en México: 1918-2018, en el Instituto Nacional Electoral (INE), Loaeza aseguró que en México hay demasiadas reglamentaciones de carácter electoral. Añadió que los partidos –los que pactan las reformas– han intentado arrebatar al Estado una serie de atribuciones que en todas partes del mundo siguen siendo del Estado y que ellos se han distribuido y repartido como si les correspondiera.

La especialista destacó que en especial el Partido Revolucionario Institucional ha tenido una relación complicada con el INE por herencia histórica, pues no ha superado mucha de su hostilidad a los principios básicos de la democracia, porque proviene de su génesis, su relación con la Revolución, y la práctica antidemocrática está inscrita en su biografía. Hay hostilidad y estrategia contra el INE –en la que también se incluye a la izquierda–, que parece agobiado pero se defiende muy bien.

En el centro del reformismo electoral está la búsqueda de poner fin a prácticas fraudulentas que deforman el sufragio: La manipulación del voto en todas sus posibles versiones ha sido uno de los principales obstáculos a la firme instauración de la democracia y ha sido invencible, porque estas prácticas denotan algo mucho más profundo del mero triunfo de un partido o de un candidato: la persistencia del fraude revela la desconfianza que las élites le tienen a los votantes, a su capacidad para actuar racionalmente, para elegir lo que ellos consideran que es lo debido.

Una institución poderosa

El consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, consideró que la sucesión de reformas ha terminado por sobrecargar de facultades al instituto, las cuales han sido cumplidas hasta ahora, pero cuando se habla del INE en el ámbito internacional se sorprenden de la “institución tan poderosa.

Sí, pero también qué institución tan vulnerable, porque los flancos que se abren, la interlocución con los actores ante los que el INE debe colocarse, no como interlocutor, sino como regulador, no necesariamente es la mejor manera de fortalecer a una institución.

Deploró que siempre se pretenda resolver la realidad cambiando la ley, aunque sean fenómenos culturales, pero hoy las reglas son las que son, y sin duda pueden ser perfectibles, pero el cambio de las reglas no necesariamente resuelve los problemas y mucho menos cuando el juego ya arrancó.

Destacó que en los recientes 30 años los resultados han sido respetados y las elecciones acaban resolviéndose en tribunales y no en la calle a balazos, como ocurría hace no mucho.