Moscú.

Víctima de varios atentados y objetivo de los yihadistas por su presencia en Siria, Rusia prepara un dispositivo de seguridad muy reforzado, casi un estado de excepción, ante las amenazas que pesan sobre el Mundial de 2018.

Los hechos recientes no invitan a la tranquilidad: 16 muertos en un atentado con bomba en el Metro de San Petersburgo en abril, siete personas apuñaladas en un ataque reivindicado por el Estado Islámico (EI) en Siberia en agosto, sin contar las numerosas células que los servicios de inteligencia anuncian regularmente haber desmantelado. Por ello, al menos 445 millones de euros serán invertidos en seguridad.

En el horizonte se perfila ya el Mundial (14 junio-15 de julio) como el gran acto deportivo de 2018, pero la amenaza de atentado es muy real, advierte Alexandre Goltz, experto ruso independiente en estos temas.

Han circulado imágenes en las que grupos radicales utilizan a figuras del futbol, como Lionel Messi, Neymar y Cristiano Ronaldo, entre otros, para advertir que habrá ataques durante el torneo.

Son amenazas mediáticas para atraer la atención, dice Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París. El riesgo afecta a todo acto deportivo global que atraiga a las cámaras y la voluntad de aquellos que quieren provocar impacto.

En el Metro de Moscú se han instalado pórticos de seguridad en todas las estaciones y los bolsos y mochilas son escaneados. En San Petersburgo, la policía comenzó la pasada semana a desplegar perros rastreadores de explosivos en el Metro.

Desde 2016, Rusia tiene un grupo de trabajo con servicios de inteligencia de 32 países.