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Sònia Hernández rinde homenaje al artista mediante una novela publicada por Acantilado

¿Quién no desea ser Vicente Rojo?, inquiere escritora catalana

Dudo si el impostor es el protagonista o soy yo: me encantaría serlo, dijo el pintor en la FIL en el Zócalo

Me fascinó el Rojo escritor y entonces comencé a investigar sobre él

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Vicente Rojo y Sònia Hernández charlaron en la Feria Internacional del Libro en el Zócalo, donde se rindió homenaje al prestigiado artistaFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Sábado 14 de octubre de 2017, p. 3

Ante la magnífica novela El hombre que se creía Vicente Rojo, de Sònia Hernández, dudo si el impostor es el protagonista o soy yo: me encantaría serlo, dijo el artista Vicente Rojo, durante el homenaje que se le rindió el jueves en la edición 17 de la Feria Internacional del Libro en el Zócalo, mediante una presentación editorial.

Me deja muy tranquilo: saber que muchísimas personas pueden leer la novela sin saber quién es Vicente Rojo, ni el real ni el falso, si es que existe, expresó el pintor, en la charla sobre el libro publicado por la editorial Acantilado.

La novela tiene un personaje central, muy importante y que no es Vicente Rojo; es el que arma la historia: una mujer de cierta edad, ciertos kilos de más, divorciada y con una hija conflictiva. Lo demás se desliza a partir de los intereses que la protagonista tiene y que Sònia desarrolla.

Luego, preguntó a la escritora sobre la enfermedad con que se inicia la novela, con la cual logra que crezca y tiene que ver con la duplicidad, con la imagen en el espejo. Me parece un punto de partida excelente, muy bien pensado, añadió Rojo.

Sònia Hernández contestó que se llama prosopagnosia, enfermedad que descubrí porque en aquella época leía mucho a Oliver Sacks, quien me gustaba como escritor, pues sus casos clínicos los explicaba como cuentos. Se trata de un padecimiento en que el ojo ve perfectamente los rasgos de la cara, pero no sabe identificar el conjunto.

Explicó que fue una audacia abordar al artista, pero era mi particular homenaje o ver la especie de guía ética, plástica que supone Vicente Rojo; la coherencia de toda su trayectoria, la capacidad de trabajar que tiene y la calidad. ¿Quién no va a querer ser Vicente Rojo?

Faro que cada vez brillaba más

El libro surgió de la revelación, recordó Hernández, que significó descubrir Diario abierto, del artista y a Bárbara Jacobs. Me fascinó el Vicente Rojo escritor y empecé a investigar sobre él. Entonces, tenía una voz que buscaba la manera de explicar la vida de un modo más fácil y se encontró con el estudio que realizaba sobre el también escultor: un faro que cada vez brillaba más.

El escritor José María Espinasa destacó que la novela es notable, con un abordaje curioso de Rojo, pilar del diseño mexicano, una de las figuras de nuestra cultura en el reciente medio siglo, hombre de enorme generosidad, y Sònia encontró la manera indirecta de acercarse a su persona a través de un impostor.

Enseguida, describió a la catalana como autora de una “literatura que no responde a las exigencias del mainstream ni a las experimentaciones de la moda, muy poco arriesgada. Lo que escribe Sònia responde a una exigencia interior en la línea de autores como Katherine Mansfield o Clarice Lispector.

“Rojo es sobrio y generoso, como su pintura, y transmite una fuerza espiritual con su presencia que si no fuera que a él no le gustan los esoterismos, calificaría de zen. Pocas veces una persona coincide tanto con su obra . El abstraccionismo parece ser una forma de la discreción y la reserva autorretratos no figurativos pero reconocibles.

La pregunta central sobre la novela de Sònia es si se sostiene sin las referencias. Y sí, lo hace por su calidad narrativa, sin necesidad de que quien la lee sepa quién es Rojo. El libro se vuelve un ejercicio de reflexión sobre la identidad cambiante y móvil que la modernidad instaura, concluyó Espinasa.