Hilda San Vicente expone en De vegetal líquido 14 piezas horneadas en la técnica raku
Es un esfuerzo por expresar la fuerza que me transmite la presencia de la vida
, apunta en charla con La Jornada
El método japonés que emplea para cocer las obras data del siglo XIV
Lunes 9 de octubre de 2017, p. 7
La naturaleza y el mundo vegetal visto como un gran manto que envuelve al ser humano articulan la exposición De vegetal líquido, colección más reciente de la ceramista y escultora mexicana Hilda San Vicente, que se inauguró el sábado en la Casa Universitaria del Libro.
La muestra consta de 14 piezas elaboradas con cerámica y ónix verde de Oaxaca, las cuales fueron horneadas mediante la tradicional técnica japonesa conocida como raku.
Todas las obras están unidas por el pensamiento, la idea de que el mundo vegetal es como un gran manto que nos envuelve, que nos acompaña y que nos sostiene. Para mí es un paso adelante, es una fase de mi crecimiento creativo; todo este trabajo es fruto de los pasados 10 años y de hacer una exhaustiva selección de piezas unificadas en un tema. Es un esfuerzo por expresar la fuerza que me transmite la presencia de la vida en general
, asegura Hilda San Vicente.
En entrevista con La Jornada, la artista indicó que la obra principal del montaje es El manto, la cual consta de 400 piezas y tiene una dimensión de 2.50 metros de ancho por 2.50 de largo. El resto de las piezas tienen un formato mediano, en general una altura media de 70 centímetros de largo, 60 de ancho, y 30 de profundidad
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–¿Cómo surgió la exhibición?
–Nunca tuve una idea concreta en torno a la colección. Tuve una sensación, primero leí un texto en 1992 titulado Vegetal líquido (el cual irá como presentación de la exposición), de Estela Leñero. Pero recuerdo que durante varios años fui empapándome de sensaciones del mundo vegetal. Viví un tiempo en Xalapa, Veracruz, hice viajes a la selva, y todo eso me transmitió un sentimiento de su presencia en nuestras vidas, aun viviendo dentro de la ciudad.
Sin embargo, poco a poco fue tomando forma. Me di cuenta de que tenía sólidas sensaciones por esa urbe. Entonces toda esa emoción fue permeando las piezas. Aunque fue un proceso bastante complicado.
–¿Qué tan difícil es fabricar una pieza de cerámica?
–El grado de complejidad depende de la construcción de la obra; se puede hacer una en un mes o hasta dos, aunque, si ésta es de cerámica, se tiene que hornear una vez, poner color y volver a hornear. Es difícil trabajar en cerámica; llevo 30 años en esto, y es muy complejo.
Físicamente construyo las piezas en cerámica; de las de piedra hago un original en cerámica y lo mando tallar, porque esa es otra actividad radicalmente diferente. Sin embargo, yo genero las formas y las ideas. De ahí la dificultad de describir el proceso. Imagino una parte de la pieza o en su totalidad, pero para tener la forma clara la boceto con las manos. Si bien en mi mente no está terminada, cuando empiezo a moldearla con las manos, logro obtener las claves de la pieza.
Las obras incluidas en el montaje De vegetal líquido son: Giróvaga (2007), Arpa eólica (2007), Lugar (2008), Cangrejo venado I (2008), Cangrejo venado II (2008), Verticillata sempervirens (políptico de 13 elementos, 2005) Manto (Ka) (políptico de 400 elementos, 2014-2017), Itzpapalotl (2009), Hadriaca patera (2010), Cuenco de hojas (2014), Círculo III (2009), Montañas (2010), Cangrejo venado III (2010), y Verticillata semprevirens (políptico de ocho elementos, 2010).
Hilda San Vicente acotó que las piezas fabricadas durante 10 años fueron horneadas en su mayoría empleando la técnica japonesa raku.
Las piezas de cerámica fueron horneadas con este método utilizado en el siglo XIV. El raku consiste en calentar las figuras y una vez que alcanzan una temperatura de casi 900 grados se apaga el horno, por lo que las piezas al rojo vivo reaccionan junto con materiales naturales, como aserrín, madera, papel y entonces el acabado de éstas se combina con el humo de los materiales vegetales y produce cambios en la coloración. Este modo de preparación me ha permitido dar a mis obras el acabado que me interesa. La gama es verde y hay algunas piezas naranjas.
Hilda San Vicente Tello (Ciudad de México, 1957) inició sus estudios en las Facultades de Medicina y Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México. Posteriormente, insertó en 1985 a la Escuela de Cerámica de la Mokichi Okada International Association, en Toluca, estado de México. Dos años después fue aprendiz del maestro ceramista mexicano Gustavo Pérez, quien reside en Xalapa.
En 1993 funda su propio taller, El Olvido, desde entonces, el lugar ubicado en la colonia Nápoles se convirtió en el pilar principal para dar rienda suelta al desarrollo de su obra y a difundir su oficio.
“Mi vocación escultórica se inició desde 1998 y empecé a trabajar en diversas obras. La primera colección que realicé fue titulada El amante mar y los cangrejos del deseo. Mis esculturas no son totalmente realistas, sino residen en la sensación que me provocan y lo traducen. Esa es la idea que manejo. Cada persona, ya sea artista o no, percibe al mundo de manera diferente y tiene un lenguaje individual. Yo traduzco ese lenguaje en formas y cada una es una letra de mi lenguaje, como leo la sensación que me produce el mar, la naturaleza en general en formas abstractas.
La cerámica es un campo muy amplio: tiene una beta funcional, escultórica de diseño y dentro de ella decidí dedicarme a la escultura. Soy una escultora cuyo origen es el oficio de la cerámica.
La muestra De vegetal líquido se inauguró el sábado pasado en la Casa Universitaria del Libro (Orizaba 24, colonia Roma Norte).
Posteriormente, el itinerario será de lunes a viernes de 10 a 19 horas, sábados de 10 a 14 horas y concluirá el 11 de noviembre también de 10 a 14 horas.