Opinión
Ver día anteriorViernes 6 de octubre de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Helarte el corazón
D

on Antonio Machado no ha muerto y canta llorando:

“Ya hay un
español que quiere
vivir y a vivir empieza
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios
una de las Españas
ha de helarte el corazón.”

Tiempo que se muda y se multiplica y en la eternidad se atiene a su compleja simplicidad. Mundo delirante en instante rebosante de certidumbre.

La duda parece abolida y se viaja al centro del ser, nada ocurre y se retorna a lo nacido tratando de adaptarse a lo extraño. Sin embargo, asalta de pronto el juicio, la duda, la incertidumbre.

Percepciones, pensamientos, sentires que se escapan y que el tiempo se lleva consigo. Sombra de que la memoria rescata ese poder que apenas fue vivido trata de recobrar el tiempo que se escapa.

Liberación de las primeras inhibiciones, causadas por el correr del tiempo, aposentada como sin ruido. Tiempo arrollador que transcurre silencioso, espectral, inadvertido. Transcurrir imperceptible generador de melancolía.

La presencia de perseguidores y perseguidos se repite y se manifiesta en exaltación, enraizada en la memoria y en aquello que subyace, sostiene y agita. Un espacio que acusa siente el punto de gravedad y levedad donde yace el sentir originario desconocido.

La inhibición temporal envuelve una forma de transitar por el tiempo. Recuerdo, repetición y elaboración. La memoria arte y sabiduría del tiempo.

Emerge el momento de duda del ser o no ser de las cosas, de la llamada realidad y capacidad de ordenar y hacer que lo que pasa está pasando sea como si no fuera.

Conciencia de los contrincantes esbozando razones en busca de algo perdido, la falta, la memoria como forma de visión que permanece.

Sin esta visión lo vivido no tendría en verdad carácter novedoso aunque sorprendiera al llegar. Fluir del tiempo. Porque sin renacer nada es del todo vivo, visión en el recuerdo gracias a una condensación del tiempo, la condensación de todo lo que reaparece para tener forma.

Todo lo velado por el tiempo requiere, para rasgar ese velo, de fugacidad sólo rasgada por las heridas. Sin heridas la imagen que intenta reaparecer queda opacada por la marcha del tiempo que al correr no permite se haga presente y los sucesos pasen al pasado sin haber sido nunca presentes. En un tiempo nunca sentido.

Por eso canta don Antonio Machado:

“Todo pasa y todo queda
pero lo nuestro es pasar
pasar haciendo caminos
caminos sobre la mar.”

Difícil momento actualmente en España. Nadie quiere perder posiciones. El arte de la política consiste en aceptar pérdidas y llegar a acuerdos. ¿Existe aún la posibilidad o repetiremos la historia?