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19/S: El dolor y la esperanza

Cuando regresó, tras dos días en el hospital, ya no tenía empleo

Sin departamento y sin trabajo, Alejandra volverá a empezar
 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de octubre de 2017, p. 13

Algunos damnificados por el sismo no sólo perdieron casas y pertenencias, sino también sus empleos. Tal fue el caso de Alejandra Chávez, de 64 años de edad, cocinera que desde mayo trabajaba para una familia en Bosques de las Lomas y sin mayor explicación fue despedida.

Cuando sucedió el sismo del 19 de septiembre pasado, Alejandra estaba trabajando. El susto fue tan fuerte que se desmayó y tras reaccionar bajó 20 pisos del edificio donde se encontraba. Esto y la impresión de saber que el inmueble que rentaba en la colonia Roma ya no puede ser habitado la mandaron al hospital por dos días.

Antes de ingresar, trató de comunicarse con su empleadora para avisarle de la situación, pero no obtuvo respuesta. Por tal motivo le envió un mensaje solicitándole permiso para ausentarse hasta el lunes próximo.

Tras dejar el hospital, se dedicó a ver lo que sucedió en el departamento que rentaba en la colonia Roma, mientras tanto, pasó los días en casa de un amigo de su único hijo y después de familiares.

Cuando regresó a su trabajo se percató que otra persona realizaba ya las actividades que le correspondían. La razón que le dieron fue que pensaron que ya no regresaría, porque su jefa negó haber recibido el mensaje en el que le avisaba de la situación.

Le dije que si estaba despedida me liquidara, porque tampoco fue abandono de trabajo. Yo estaba de planta ahí. Cada 15 días descansaba y esa semana me tocaba salir el viernes para regresar el lunes, expresó Alejandra en entrevista.

¿Cuánto te debo?, fue la respuesta de su empleadora. A lo que Alejandra demandó el pago de los días ya trabajados. No obstante, la familia únicamente le dio lo de una quincena. También le hicieron firmar un papel en el que se establecía que no le debían nada.

“Nunca pensé estar en esta situación, estoy todavía en shock”, comentó Alejandra. Ya no debo llorar, tengo que ser muy fuerte. Tengo 64 años y volveré a empezar por mi hijo.

Después de su despido volvió a buscar un lugar para vivir, pero sin éxito. Llegó a pagar por una noche en un hotel, pero ya no puede seguir así, dijo, por lo que estaba localizando un albergue para buscar de nueva cuenta trabajo y poco a poco salir adelante.

Las personas que trabajan de empleadas domésticas en su mayoría no cuentan con contratos y sus condiciones laborales son precarias pues, como en el caso de Alejandra, su jornada incluso es de más de ocho horas diarias y únicamente descansan dos veces al mes. Ella fue colocada por una agencia que tampoco la respaldó para respetar su empleo.

Como trabajadoras del hogar tampoco cuentan con apoyo para demandar seguro médico.