a semana pasada, durante una conferencia de prensa realizada en un hotel del sur de Ciudad de México, el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), José Luis Morán López, se refirió a dos temas centrales de transición que vive el país. Por una parte, el gasto del gobierno federal en ciencia, tecnología e innovación, que ha sufrido importantes recortes en los dos años pasados luego de un periodo de crecimiento acompañado por la promesa presidencial de alcanzar el uno por ciento del producto interno bruto. También, el especialista en nanociencias tocó el tema de la gobernanza del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, al plantear la necesidad de contar con un modelo capaz de trascender las limitaciones propias de los periodos sexenales.
Del mismo modo en una entrevista realizada por José Antonio Román, publicada ayer en este diario, el coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, José Franco, tocó estos mismos temas, y planteó que el presupuesto para 2018 debe ser obligadamente superior al de años anteriores. El experto en astrofísica señaló además que es necesaria una profunda restructuración del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
En los próximos días se dará a conocer el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) para 2018, elaborado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que actualmente encabeza José Antonio Meade, quien ha sido señalado por diversos analistas políticos como uno de los aspirantes más fuertes a la candidatura del PRI a la Presidencia de la República, luego de los acuerdos aprobados por ese instituto político en su 22 Asamblea.
Hace un año, en septiembre de 2016, Meade tomó posesión como titular de la política hacendaria del país en sustitución de Luis Videgaray, quien fue nombrado canciller, y su primera responsabilidad fue entregar a la Cámara de Diputados el PPEF 2017, el cual contenía un recorte en el presupuesto para ciencia, tecnología e innovación de 10 por ciento en términos reales y de 23.3 por ciento (también en términos reales) al presupuesto del Conacyt, lo que ha provocado enorme inquietud y graves daños en diversos programas esenciales para el desarrollo científico de México.
Por eso no es casual que uno de los temas planteados por Morán y Franco sea el del presupuesto para 2018. La AMC es una sociedad independiente, integrada por científicos del más alto nivel en todos los campos del conocimiento, representativa de la comunidad científica del país, por lo cual traduce la inconformidad que existe en un gremio que tiene amplia influencia en las instituciones de investigación a escalas nacional e internacional, especialmente en las universidades (en las que se realiza una proporción muy alta de la investigación científica y tecnológica del país). Por su parte, el Foro Consultivo Científico y Tecnológico es también una entidad autónoma, cuyas funciones de asesoría al poder Ejecutivo y al Conacyt están contempladas en la Ley de Ciencia y Tecnología, por lo cual la necesidad de ampliar el presupuesto para dichas materias se encuentra sólidamente respaldada.
El tema de la gobernanza es particularmente importante puesto que la experiencia durante las tres décadas pasadas muestra que mientras la política de ciencia y tecnología esté ligada a los periodos sexenales no tiene posibilidades de avanzar. El presidente de la AMC mostró cómo al final de cada periodo de gobierno los recursos para la investigación se reducen, por lo que es necesario que existan diseños en la gobernanza del sistema que puedan garantizar el avance de la ciencia en periodos menos acotados.
En este sentido se han discutido dos posibilidades, como expresó el presidente de la AMC. Una es la creación de una secretaría de ciencia y tecnología, y la otra es la transformación del Conacyt en entidad autónoma.
Franco ha señalado con toda claridad que la opción de una secretaría de Estado de ciencia y tecnología no es la mejor opción, no por el argumento de la burocratización, que habitualmente se esgrime contra esta posibilidad, sino porque el sistema de ciencia y tecnología no quedaría aislado de las políticas y compromisos sexenales que, como hemos visto, impiden el desarrollo de las políticas de ciencia.
Así, quedan expresados de forma muy clara dos de los temas esenciales en este periodo de transición, en el que está por definirse el futuro del país.