El acuerdo azucarero, con el que el gobierno del presidente Enrique Peña aceptó bajar la cantidad y calidad de azúcar mexicana que se exporta a Estados Unidos, sin poner condición a la importación de fructosa de aquel país pese a que se comercializa a precios dumping, es un preludio de cómo se llevará a cabo la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), advirtieron dirigentes de la empresa Sucroliq y de las organizaciones El Poder del Consumidor, la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo (ANEC) y El Barzón.

Enrique Bojórquez, director de Sucroliq, expresó que dicho acuerdo fue firmado en 2014 por el entonces subsecretario de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía, Francisco de Rosenzweigt, sin que tuviera atribuciones para hacerlo, por lo que la empresa interpuso un amparo que la Suprema Corte debe resolver, porque además a la compañía se le impidió exportar azúcar líquida.

Los grandes beneficiarios de dicho pacto son Coca-Cola y PepsiCo, que utilizan más de la mitad de las importaciones de fructosa, pero la culpa no es de Estados Unidos, sino del gobierno mexicano, que no hizo nada por defenderse o utilizar medidas de presión con la fructosa, subrayó.

El sector agroalimentario mexicano ha sido el gran perdedor en los 23 años que tiene el TLCAN y se debe evitar que sea utilizado o sacrificado nuevamente en la renegociación, señalaron Víctor Suárez y Alfonso Ramírez, dirigentes de la ANEC y El Barzón.

Ello porque el tratado no cumple con la libre competencia y 45 por ciento de alimentos que importa México provienen de Estados Unidos, incluidos granos básicos, que están subsidiados y representan una competencia desleal y han perjudicado a 5 millones de pequeños productores mexicanos y atentado contra la soberanía alimentaria.