San Mateo del Mar, Oax.

Los habitantes del barrio Juárez, comunidad ikoots (huave) de San Mateo del Mar, cuidan de sí mismos desde hace 40 años. No son autodefensas sino policías rurales que por medio de la palabra han logrado paz social.

Amer Fonseca Palacios tiene 35 años. Su buena conducta fue requisito para ser policía rural. Por las mañanas pastorea ganado y cuida de su milpa, maneja su mototaxi y por las noches recuerda la sabiduría de sus abuelos, que con sus palabras lo convencieron de quedarse en el buen camino. Ahora hace lo mismo con todo aquel que “ande en malos pasos’”, busque provocar violencia o incurrir en delitos.

Amer reconoció que a veces unos pequeños jaloneos sirven para calmar a quien perturba la paz en la calle o pretende robar.

–¿Y cómo le hacen cuando el asaltante trae arma? –se le preguntó en entrevista.

–Lo rodeamos, y como somos más de 25 personas lo calmamos; no se atreve a dispararnos a todos. Aquí todos nos conocemos. Mejor ceden y los llevamos a la cárcel municipal y al otro día la multa se paga con tequio (trabajo comunitario), no se paga nada (en dinero) –respondió.

El barrio Juárez tiene 65 policías rurales que comienzan su guardia comunitaria a las 22 horas y concluyen a las 4. Sólo trabajan de noche para prevenir asaltos o cualquier otro tipo de violencia.

Esta comunidad indígena es una de las ocho agencias o barrios de San Mateo del Mar, municipio que se rige por sistema normativo interno (usos y costumbres) y que desde el año pasado no cuenta con autoridad constitucional, por lo cual la policía rural se ha convertido en la única guardia que regula la convivencia social.

A nosotros nos nombró la gente de nuestra comunidad para que los cuidemos de noche. Con dos camionetas vigilamos los alrededores y realizamos diversos recorridos. Lo hacemos desde hace 40 años. No estamos esperando que nuestra autoridad lo haga, dijo Amer.