a prosopografía como método histórico trata de la conexión entre los individuos y su grupo. Más específicamente la esencia de esta disciplina es la de establecer la identidad: la identidad de un individuo dentro de un grupo, y la identidad individual como parte de la identidad de un grupo
(Paul Magdalino, 2003); de esta manera se diferencia de la biografía, interesada primordialmente en la vida de los individuos.
Este es el método de investigación utilizado por Paco Ignacio Taibo II en su más reciente obra, La gloria y el ensueño que forjó una patria, tomos 1 y 2. No existe hasta ahora una definición consensuada entre los historiadores respecto al método prosopográfico y Paco Ignacio no se detiene a explicar su metodología, como casi ninguno de los historiadores apegados a este método lo hace; por ejemplo Carlos Herrejón en Hidalgo: maestro, cura e insurgente. Lo cierto es que La gloria y el ensueño cumple a cabalidad la premisa de establecer la identidad individual de los personajes seleccionados en su relación con la identidad del grupo de liberales organizados partidariamente desde la revolución de Ayutla contra Santa Anna en 1854, pero supera la ortodoxia del método. Con ellos –prácticamente la élite de los liberales del siglo XIX– Paco Ignacio reconstruye la historia de esa revolución y la Guerra de Reforma, continúa con la moratoria del gobierno juarista a las deudas exageradas por Inglaterra, Francia y España; la invasión de esos países a Veracruz y una vez que Inglaterra y España desisten, la batalla de Puebla del 5 de mayo de 1862, extendiéndose a la segunda batalla de Puebla en el año siguiente en la cual el ejército francés casi destruye al Ejército Mexicano. Finaliza con la salida del gobierno republicano de la Ciudad de México en camino hacia Chihuahua, donde se atrinchera y sobrevive al acoso de la invasión francesa. Pero este libro en dos partes es algo más; delimita el escenario de guerra que durante 15 años libran los republicanos contra los conservadores mexicanos primero y después contra los franceses en los campos de batalla. Se trata de un periodo clave del pasado en el que México adquiere viabilidad como nación después de separar a la Iglesia del Estado, acabando con sus privilegios y ha logrado vencer al ejército centralista que vuelve a la recarga ahora con el archiduque de Austria y los batallones franceses.
El trabajo de investigación para la reconstrucción de esos escenarios requirió un esfuerzo fuera de lo común. Prácticamente no hay partes de guerra e informes de la campaña mexicana y la francesa que el autor no haya revisado, así como abundante cantidad de bibliografía de la época y estudios posteriores. Rigurosa búsqueda en archivos diplomáticos de Francia y México y del resto de los países involucrados indirectamente, evaluación de las fallas de los informes castrenses de ambos bandos sin dejarse llevar por simpatías; los relatos de los mismos protagonistas y las impresiones de los involucrados. Exhaustiva búsqueda en periódicos de la época, el rastreo de los movimientos de los protagonistas dentro y fuera del país escudriñando sus vidas, exigieron una pasión extraordinaria por iluminar un periodo clave en el que se forma México, la nación mexicana.
Sea como fuere, la utilización del método prosopográfico para analizar periodos largos abarcando transformaciones políticas de la dimensión de la emprendida por los liberales mexicanos, incluyendo escenarios de guerra, impíamente requiere de un conocimiento profundo de la geografía, la historia y el desarrollo social de la República del siglo XIX. No solamente eso, sino un dominio claro del español hablado en esa misma centuria. Por eso la narración se siente como si el autor hubiera podido penetrar el espacio del tiempo y desde el mismo lugar hiciera posible que los protagonistas nos vayan contando los hechos y las peripecias con su propio discurso, sin que el autor deje de hilar todo eso con el conflicto político clave de la época como fondo.
En razón de ese conocimiento al autor le es dado tutear a los protagonistas, hacerles preguntas y cuestionarlos sin faltar a las reglas del método histórico. Con esta novedad Paco Ignacio ha producido un texto estrictamente surgido de la investigación sometiendo los elementos de prueba a la crítica histórica, pero además se trata de una narración elaborada por un profesional del lenguaje lo que la convierte en una obra singular. Es por supuesto una versión opuesta a las tendencias de la etapa de los años 90 de revisar la historia con la pauta neoliberal truqueando los datos para hacer del conflicto social solamente una incidencia y perfilando una historia acomodada a la necesidad de una versión compatible con las perspectivas de la globalización.
La gloria y el ensueño es también una forma didáctica de enseñar la historia, útil para que profesores de secundaria y preparatoria expliquen a los alumnos la forma en la que fue forjándose la patria. Pero será especialmente útil para los muchachos y muchachas que trabajen sus tesis de maestría y doctorado con alguno de los temas contenidos en la obra, y en este punto para las próximas ediciones es aconsejable un índice onomástico y la inclusión de mapas y croquis de los escenarios bélicos con lo cual se facilitaría la tarea de los jóvenes estudiantes. Como toda obra fuera de serie, sin proponérselo su lectura remite a otros textos. Veintidós años antes de 1854, en Prusia se publicaba De la guerra, libro con el que Karl von Clausewitz después de su muerte se posicionaría como uno de los clásicos en la enseñanza de la guerra en occidente. Cuando uno lee la lógica del ataque y contrataque de las dos batallas de la ciudad de Puebla, la triunfante y la de la derrota mexicana, está claro que para entonces los liberales improvisados como generales no habían leído al prusiano, pero al comparar los textos de Clausewitz y Paco Ignacio, parece que sí, que aquellos generales improvisados en la Revolución de Ayutla y la Guerra de Reforma seguían al pie de la letra el principio básico de la teoría de Clausewitz: unificar al mando político y militar en uno solo y solamente considerar a los medios de la guerra como instrumentos de la política. Es decir, la guerra es un hecho a medias, una contradicción en sí misma que como tal no puede seguir sus propias leyes sino que debe ser considerada como parte de un todo y ese todo es la política, si la política es grande y poderosa, igualmente lo será la guerra
. De esa manera, en medio de mil dificultades, amenazados siempre por el fracaso, los liberales trazaron sus planes para construir la nación mexicana. Taibo II, Paco Ignacio. La gloria y el ensueño que forjó una patria. 2017. México: Planeta, (tomos 1 y 2).