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Negocios y Empresas

Necesaria división de Pemex

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al parece que en México ningún político se hace responsable de los malos manejos en Petróleos Mexicanos (Pemex). Nadie sabe nada de la pésima administración de Emilio Lozoya, del caso Odebrecht ni de las compras que realizó de la chatarra de dos plantas de fertilizantes por las que pagó cientos de millones de pesos. Para colmo de males, su abogado, Javier Coello Trejo, amenaza a la prensa con demandar a quien toque el tema.

Mientras en el resto del mundo han caído funcionarios y empresarios de primer nivel, debido al escándalo de Odebrecht, en el caso de México hay tantos intereses de políticos e industriales que no dejarán desprotegido a Lozoya Austin.

Pero lo más grave del asunto en Pemex es la ineficiencia con que se ha manejado la empresa de todos los mexicanos y, tal como opera, es un gigante con pies de barro. ¿Hacia dónde va Pemex? ¿Cuánto le costará a los mexicanos volverla eficiente?

Lo único que se aprecia hasta el momento es su desmantelamiento y aun cuando cada vez se vuelve más pequeña, sus estructuras administrativas son de las más costosas del mundo.

A la larga, los grandes proyectos de la industria de hidrocarburos quedarán en manos privadas, pero los grandes costos de Pemex se mantendrán por pura inercia.

¿Qué es lo que han hecho en otros países además de combatir la corrupción a fondo? Han creado dos tipos de empresas: las productivas y las que no tienen viabilidad financiera. En el caso de Pemex, ¿cuál sería el camino? Crear un Pemex malo y un Pemex eficiente y productivo, de preferencia con empresas independientes que rindan resultados como cualquier compañía pública que cotiza en bolsa.

¿Qué se carga al Pemex malo? Todas las cadenas que le impiden ser eficiente, como activos chatarra; por ejemplo, los de fertilizantes que compró Lozoya Austin a precio de oro y el manejo de recursos en proyectos que no acaban de cuajar.

¿Qué se carga al Pemex bueno? Aquellos proyectos con futuro, como las alianzas con las empresas privadas, las instalaciones que dejan utilidades y una administración profesional que no dependa del gobierno federal en turno, sino de los resultados que presente.

Sólo de esta manera se logrará salvar lo bueno que queda de Pemex.