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a decisión del presidente Donald Trump de rechazar el Trans Pacific Partnership (TPP) ha representado un paso atrás en la integración comercial mundial, que daría a Estados Unidos acceso comercial a Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, y todo el océano Pacífico.
Esta consideración fue publicada en el periódico español El País. El escrito critica, como muchos más, esa medida.
Se dice también ahí que China ha aprovechado esta decisión del presidente estadunidense Donald Trump para revitalizar y acelerar a fondo su nueva Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) que incluye a ASEAN, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, además de seis países: Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, India (y la propia China). Es decir, Estados Unidos está permitiendo que China tome una posición todavía más dominante en Asia.
La Asociación Económica Regional Amplia (RCEP, por sus siglas en inglés), que hemos informado que formaría su nueva estructura de 16 países, incluiría otras actividades como el comercio electrónico y los suministros. La RCEP supone la primera vez que Asia toma ventaja sobre la Unión Europea y Estados Unidos, con un acuerdo tan importante para el comercio internacional. Asimismo, China ha creado el Asian Infraestructure Investment Bank (AIIB o banco asiático) con un fin diferente en relación con el Banco Mundial o el Banco Asiático de Desarrollo, ya que se propone mejorar las infraestructuras para el desarrollo. Para conseguirlo, el AIIB está autorizado para prestar 2.5 veces su capital de 100 mil millones de dólares, que supone crear otro Banco Mundial en capital y gastos.
Estados Unidos ha mostrado que no va a adherirse ni a la RCEP, ni al AIIB. Y China sigue con la nueva Ruta de la Seda
que va a unir, por ferrocarril, carretera y barco, el continente asiático con el europeo y el norte y el sur del Mar de China con el océano Índico y con el mar Mediterráneo, con una inversión anual de 150 mil millones. El ferrocarril unirá Yiwu en el mar del sureste de China, atravesando China, Rusia, a través de Moscú hasta el puerto de Rotterdam y el puerto de Barking en Reino Unido, con otro ramal hacia el sur hasta Madrid. Asimismo, China construirá una carretera desde Xi’an, al sur de Pekín, hasta Teherán, Estambul, Moscú y Rotterdam y desde ahí a Venecia en el Mediterráneo.
También China ha aumentado su relación con Latinoamérica. Es ya el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú. Su mayor proyecto en Iberoamérica es su doble ferrocarril entre los dos Océanos (TOR). El primero, desde el Atlántico, a través de Brasil, hasta el Pacífico, a través de Perú, de una longitud de 3 mil 700 kilómetros y con un presupuesto de 13 mil 500 millones. El segundo, de 5 mil kilómetros, desde Brasil a través de Bolivia, con un costo de 60 milmillones, lo que haría que Bolivia progrese, al ser el único país sin salida al mar y el más pobre de Iberoamérica. Pero, ambos ferrocarriles plantean serios problemas ecológicos e incitan a la corrupción, como ocurrió con el ferrocarril de 3 mil 500 millones que China iba a realizar en México en 2014, y se frustró.
China supera a la Unión Europea en términos de gasto en investigación y desarrollo, en porcentaje del PIB: produce el mismo número de publicaciones científicas que Estados Unidos y le supera en doctorados en ciencias naturales e ingeniería.
Según el Banco Mundial (2015) China es ya el segundo país con PIB medido en dólares corrientes, tras Estados Unidos, seguidos de Japón, Alemania, Reino Unido, Francia e India. Pero, medido en paridades de poder de compra, (PPC) que, según la publicación citada, es la forma adecuada, China es ya el mayor en PIB, seguido por Estados Unidos, India, Japón, Alemania y Rusia.
Como hemos informado, el crecimiento económico de China e India es del orden de 7 por ciento anual, y el de los otros mencionados es de menos de 2 por ciento, también según cifras del Banco Mundial.