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ientras menos representado te sientas en tu gobierno, menos participación conjunta hay
, afirma Claudia Sheinbaum, delegada de Tlalpan y precandidata a jefa de Gobierno por Morena.
En Tlalpan hicimos un programa que se llama Haz tu Parte, con la idea de que al gobierno delegacional le corresponde limpiar las calles y recoger la basura, pero a la ciudadanía le toca no tirarla en la calle, porque la ciudad más limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia. Que la ciudadanía participe tiene que ver también con su empatía con el gobierno. Mientras más alejado vea al gobierno, menos ganas de participar en la mejoría.
–Claudia, recuerdo que hace 30 años las señoras barrían su pedazo de calle con gran cuidado y a una que le pregunté el porqué me respondió: Ah, porque yo quiero que mi calle sea la mejor barrida del mundo
. ¿Se ha perdido esa escala humana?
–Estoy de acuerdo; tiene que ver con que el gobierno no reconoce a la ciudadanía ni entiende lo que significa. La esperanza en una ciudad está en las obras y en los programas que se hacen, pero también en el amor por los ciudadanos.
–¿Tú crees que mediante una mujer es más fácil que florezca este amor?
–Me parece que este instinto maternal de querer involucrar a todo mundo en la tarea de construir todos juntos algo distinto para la ciudad es otra forma de gobernar. Creo que todos somos ciudadanos y ciudadanas, pero, si además eres funcionaria pública –independientemente de que estés afiliado o no a un partido político o tengas un puesto en el gobierno, seas médico o científico– eres, ante todo, ciudadana, y eso te da ese cariño por la ciudad y te invita a participar.
La universitaria Claudia Sheinbaum, licenciada en física y doctora en ingeniería, se dispone a gobernar una ciudad de 8.9 millones de habitantes más 20 millones en la zona Metropolitana. Una ciudad tremenda de 28.9 millones de seres humanos que pretende convertir en ejemplo no sólo para el país, sino para el mundo.
Para lograrlo se ha propuesto recuperar muchas experiencias internacionales, pero también adaptarlas a nuestras mexicanas necesidades. Vestida casi siempre con camisa blanca, cabello recogido, sonrisa a flor de piel, la recuerdo en un tramo del segundo piso dando indicaciones que todos seguían.
Hoy continúa llevando también camisa blanca en las calles de Tlalpan con un liderazgo cada vez más evidente, ya que todos parecen confiar en ella y callan para escucharla.
Espigada, delgada, ágil, sin más maquillaje que el tamaño de sus ojos, va por sus mañanas y tardes de trabajo sin tacones y sin una bolsa llena de chunches ni todos esos atributos que las revistas de moda exigen a la mujer. Camina ligera de equipaje y llega más pronto a su compromiso con el país.
–Cuando era secretaria de Medio Ambiente coordiné la construcción del Metrobús. Había otros proyectos en otras urbes de América Latina; los adaptamos a la ciudad de México. También coordiné la construcción de los segundos pisos. Ahí hicimos, junto con el Instituto de Ingeniería de la UNAM, un modelo de movilidad que nos permitiera saber qué impacto tendrían los segundos pisos, dónde debería haber subidas y bajadas. He planteado que para gobernar la ciudad se requieren cinco ejes fundamentales: innovación, sustentabilidad, equidad, honestidad y honradez, pero sobre todo un gobierno abierto. Cuando hablo de innovación hablo de creatividad y conocimiento.
–Muchos ciudadanos tenemos la impresión de que las filas para el transporte siguen igual y la falta de agua también. Es duro ver colonias enteras haciendo fila para llenar una cubeta… Por otra parte, hay fugas de agua potable donde menos lo esperas.
–Sí, ha habido una enorme inercia en la movilidad y el agua. En términos de movilidad o transporte, como lo llamas, Elena, en la ciudad de México existen siete áreas y no hay un solo centro de control, administración y regulación del transporte que utilice las nuevas tecnologías, la información disponible para un plan conjunto. No recurrimos a tecnologías que tenemos en los celulares que nos indican de dónde a dónde podemos movernos y en qué lugares están los conflictos. La idea es que este centro de regulación y control del transporte concentre la movilidad y permita generar otra dinámica. Buscamos nuevas tecnologías, mejor transferencia modal en autos privados, en autobús, en bicicleta... una tarjeta de prepago que permita ingresar a cualquier sistema de transporte…
–¿Y el agua?
–El agua se sigue administrando manualmente en la ciudad; los valvulistas, que son casi héroes, abren y cierran las compuertas como se hacía hace 50 o 60 años. Además, el servicio no se ha automatizado. Por ejemplo, hace días en Tlalpan dejaron de funcionar tres pozos porque llovió: se apagaron las bombas, se fue la luz y tuvo que prenderse de nuevo el pozo de manera manual. Por eso hablo de innovación, de sistemas de control automático, de la sectorización, el seccionamiento de la red, medir el agua para mejorar la distribución, pero también busco innovación social...
–Permíteme interrumpirte: siempre resulta sorprendente que mientras escasee el agua en las colonias marginadas haya fugas en la avenida Miguel Ángel de Quevedo…
–Es increíble que llevemos 40 años hablando de fugas en el sistema de distribución del agua y no se haya podido resolver, cuando tienen solución. Es más, en la parte alta de Tlalpan captamos agua de lluvia para ciertas zonas aisladas. Las nuevas tecnologías para captar agua, incluso de la atmósfera, hoy están disponibles. Diseñamos programas para que cada vez saquemos menos agua del subsuelo y no se siga hundiendo la ciudad. Hoy las tecnologías son más económicas y es factible desarrollarlas.
–Recuerdo al doctor Marcos Mazari, muy preocupado por la falta de agua en nuestra ciudad…
–El problema es que en la ciudad nunca se ha convocado a expertos, académicos, ingenieros junto con el gobierno y la ciudadanía para construir un programa de largo alcance en términos de agua y de movilidad. Aquí en la ciudad se concentra buena parte de la inteligencia del país, en las universidades públicas, en las privadas. ¿Dónde está la convocatoria para resolver los problemas no sólo de esta generación, sino de las futuras?
–Y a los jóvenes, ¿qué les espera en una ciudad tan injusta?
–Andrés Manuel se preocupó muchísimo por la injusticia y la Procuraduría es una de las instituciones que menos se ha modernizado en la ciudad y en el país. Ir al Ministerio Público sigue siendo una pesadilla cuando, en realidad, la procuración de justicia debería estar al frente, incluso, de la propia policía, o juntas, al menos. En la administración pasada, Marcelo Ebrard impulsó las cámaras de seguridad en la vía pública. Si no ofreces oportunidades a los jóvenes en cultura, educación, empleo, ¿cómo hablar de una ciudad segura? ¿Visitaste las ciberescuelas?
–¿Las ciberescuelas?
–Es un programa que permite que los jóvenes tengan acceso a la educación o centros de artes y oficios que les den oportunidades. Pensé que podíamos hacer algo en línea con convenios con la SEP, con Bachilleres, y ahora tenemos 20 y vamos a llegar a 26 ciberescuelas, en las que hay computadoras, Internet gratuito. Ahora tenemos 5 mil 200 estudiantes apoyados por profesores capacitados con un programa de becas para docentes. A quienes no tienen empleo, les damos una beca de 7 mil pesos. Son 280 docentes en Tlalpan que enseñan en las ciberescuelas.
–¿Y la contaminación?
–Mejorar el medio ambiente también te genera un nuevo desarrollo. Que la basura se recicle más de lo que actualmente se hace, la utilización del aceite de cocina para producir biodiésel, las nuevas tecnologías de fuentes renovables de energía, todo eso produce un nuevo modelo económico con más empleos que mejoren condiciones ambientales y sociales.
—Claudia, el vandalismo es otra prueba del coraje que muchos ciudadanos tienen a la ciudad, todos sabemos que los cambios son casi imposibles por la fuerza de los caciques de la basura, el agua, el transporte, cuyo poder hace peligrar cualquier proyecto.
–El problema tiene que ver con hacer una política distinta. Cuando hicimos el Metrobús, nos decían: ¿Cómo vas a negociar con la Ruta 2 del transporte? Es imposible
. Nos sentamos con sus representantes y cuando vieron que no queríamos hacer negocio ni éramos corruptos ni queríamos quedarnos con nada, ni ganar votos, sino el beneficio de la ciudadanía, nació el Metrobús. Los concesionarios de microbuses se convirtieron en empresa y desarrollaron un sistema de transporte distinto.
–¿Y los comerciantes?
–En el momento en que te perciben como funcionario de gobierno honesto se rompen los lazos entre caciques y autoridad.
–¿Así de fácil?
–Por eso la honestidad y la honradez son fundamentales para gobernar.
–¿No es lo mismo la honestidad que la honradez?
–Pues una vez alguien me dijo: “Tú puedes ser muy honesto y decir ‘Yo me robo mucho dinero”, y al decirlo eres honesto porque estás diciendo honestamente lo que eres.
–¿Cómo el alcalde Layín, de Nayarit, que robó poquito
?
–Por eso, en mi caso, utilizo las dos palabras.
–Claudia, tú serías la primeritita mujer en la historia de México en ocupar este puesto.
–De forma electa, sí.
–¿No va a ser duro y complejo?
–Es duro, pero creo que qué mejor, porque las mujeres tenemos esa capacidad. Pensar que no puedes gobernar ni enfrentarte a problemas de inseguridad o movilidad por ser mujer es un error. Las mujeres tenemos la capacidad de trabajar en muchas cosas al mismo tiempo. Hemos afrontado problemas en la vida académica, en la vida de funcionaria en la administración pública, en la vida familiar y cotidiana. Sabemos innovar, tomar decisiones.
–¿El machismo te permite ordenar: Esto se hace como yo digo
?
–Estudié física cuando muy pocas mujeres lo hacían. Hice la maestría y el doctorado en ingeniería cuando muy pocas mujeres competían. Me tocó coordinar el segundo piso del Periférico, donde había puros hombres, ingenieros y empresarios. Me tocó el tema del Metrobús. Me ha tocado ser jefa delegacional en Tlalpan y echar a andar la gran mayoría de los proyectos: creo que ha quedado demostrado que una mujer puede tener liderazgo y, sobre todo, compromiso para resolver los problemas. Mi caso es también importante para otras.