Mantuvo larga y apasionada relación con la epigrafía y la iconografía de esa civilización
El investigador británico trabajó en asentamientos prehispánicos de México, Belice y Guatemala
Jueves 3 de agosto de 2017, p. 4
El británico Ian Graham, considerado uno de los más destacados especialistas en cultura maya, falleció el pasado martes tras una larga enfermedad, a los 93 años, confirmó el epigrafista David Stuart.
Graham desarrolló investigaciones en los asentamiento arqueológicos de la cultura maya precolombina en Belice, Guatemala y México. Fundó el Corpus of Maya Hieroglyphic Inscriptions, del Museo Peabody de Estados Unidos, y con su labor logró salvaguardar gran parte de la información que contiene la escritura jeroglífica maya, la cual constituye uno de los más importantes legados al patrimonio del país.
En 2008, el investigador recibió la medalla del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en reconocimiento a su trayectoria. Uno de los logros de Graham fue realizar el registro documental –con fotografías y dibujos– de todos los monumentos de Yaxchilán, cuyos resultados publicó en tres volúmenes del Museo Peabody de la Universidad de Harvard.
Ian Graham nació en 1923 en Campsea Ashe, Gran Bretaña. Se educó en las mejores escuelas de ese país, pero debió interrumpir sus estudios al inicio de la Segunda Guerra Mundial, por lo que los concluyó hasta los años 50.
El investigador pertenecía a una familia de la alta sociedad inglesa, descendiente de Oliver Cromwell, lo que le permitió desde su infancia viajar a lugares extraordinarios y conocer a personajes como Rudyard Kipling.
Enorme atracción
En su autobiografía, Graham cuenta que un día de 1965, caminando cerca de Picadilly, vio un impresionante auto Rolls Royce, que pensó comprar y llevar a Estados Unidos para venderlo y obtener una buena ganancia. Así llegó a Nueva York, desde donde emprendió el camino hacia California, pero al pasar por Texas vio un letrero que decía última gasolinería antes de México, lo que le dio la idea de desviarse a nuestro país, llegando hasta la Ciudad de México, donde visitó el Museo Nacional de Antropología.
Al entrar a la sala Maya, de inmediato sintió una atracción enorme por lo que buscó más información y se propuso escribir un libro al respecto, pues no tenía otros compromisos; comenzó así una larga y apasionada relación con la epigrafía y la iconografía maya, que lo acompaña-rían hasta el final de sus días.
Con las ganancias obtenidas por la venta del auto regresó a Inglaterra y buscó más información en el Museo Británico, donde conoció la obra de Alfred P. Maudslay. Convencido de su deseo por adentrarse en la cultura maya, se hizo del equipo básico y regresó a viajar por México y Guatemala. Recorrió Palenque, en Chiapas, y en Guatemala, los sitios del río de la Pasión y muchos del Petén.