A 22 años de efectuarse de forma ininterrumpida, el Festival Internacional de Cine para Niños (...y no tan Niños) comenzará funciones del 8 al 13 de agosto en la Cineteca Nacional y la sala Julio Bracho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como foros principales.

El festival representa una opción cinematográfica en vacaciones, principalmente para público de los cuatro a los 13 años de edad, comentó Lisete Cotera, fundadora y directora de La Matatena, organización que auspicia el agasajo fílmico.

Para este año, a los dos recintos señalados se agregarán el Faro de Tláhuac y el Museo del panteón de San Fernando, además de que el festival tendrá un apéndice en Hidalgo, del 16 al 19 de agosto, en la capital Pachuca, el Valle del Mezquital, Zacualtipán y Real del Monte.

Taller de animación

Aparte de las funciones habrá un taller de animación a cargo de la cineasta argentina Claudia Ruiz, en el Faro de Tláhuac, y una mesa redonda sobre el mundo de los festivales cinematográficos infantiles y sus políticas en Alemania, Chile y México.

El festival abrirá el 8 de agosto con una función de nueve cortos para un público a partir de los cuatro años de edad en la Cineteca Nacional, a las 12:30 horas. A las 16 horas habrá función para los de nueve años en adelante y la sesión se cerrará a las 18:30, con siete proyecciones para gente de ocho años para arriba.

En cuanto a las funciones en Ciudad Universitaria, esa misma fecha empezarán al mediodía con la proyección de la cinta El día que mi padre se convirtió en arbusto, de Croacia, y a las 16 horas se exhibirán dos cortos: La fiesta del maíz, de México, y Los otros niños, de España/Qatar.

También habrá programación en el auditorio principal de la Universidad Autónoma Chapingo a partir del 10 de agosto.

La Matatena –nombre tomado del juego con el que se divertía en la casa de sus abuelos en Orizaba– se formó a iniciativa de Cotera, quien estudió en la UAM-Xochimilco y a principios de la década de 1980 tuvo la inquietud de formar una revista para la televisión, siempre con la idea del cine para niños.

Después se unió al Centro Internacional de Cine para Niños y Jóvenes (Cifej, por sus siglas en francés) y en 1993 asistió a la asamblea del organismo, efectuada en Viena. Luego de una gira de documentales que culminó en el festival de La Habana, se lanzó a la aventura de hacer un festival aquí, el que, no sin trabajos, según admite, llega ya a esta edición.

Contamos con la ayuda de la Cineteca Nacional, de la UNAM, de la Secretaría de Cultura federal y la respectiva de la Ciudad de México, ademas de apoyos de otros organismos y medios, y quisiéramos hacer más para este proyecto que es ética y políticamente correcto, pero lo limitado de los presupuestos se interponen, señaló Cotera.

Se ha despertado el interés en algunos patrocinadores particulares para lo que es un proyecto de la sociedad organizada, indicó. Para la edición actual la empresa Benotto contribuyó con cuatro bicicletas para ser rifadas. A lo largo de los años se estima en 185 mil los asistentes a las funciones. Las exhibiciones han logrado impacto, algo que conlleva el propósito del festival. Tal es el caso de Diego Suárez, quien cuando tenía seis años sus padres lo llevaron a un taller de animación en plastilina y ahora es uno de los colaboradores principales.