En Broadway, el documentalista presenta temporada de Las condiciones de mi rendición
Con un maldita sea, ¿qué ha pasado?
, se inicia la obra, en referencia a la victoria electoral de Donald Trump
El actual presidente y su equipo sabían que habían atontado al país
Domingo 30 de julio de 2017, p. 7
New York.
La música clásica suena amenazante. De una enorme bandera estadunidense se abre una puerta, y una potente luz ilumina a un hombre por detrás. Ataviado con gorra, desaliñado, de camisa y tenis sale al escenario. El público aplaude de inmediato, pero él suelta: Maldita sea. ¿Qué ha pasado?
. Y de nuevo estalla el entusiasmo, pues, por supuesto, cada uno de los casi mil espectadores del teatro Belasco, en Nueva York, sabe que se trata de la victoria electoral de un hombre que hasta hace poco vivía apenas a 20 minutos a pie del lugar, en la Torre Trump, y ahora es el más poderoso del mundo.
Sobre el escenario se ve a uno de sus críticos más ruidosos: Michael Moore (de 63 años), que en teoría es un documentalista, pero que desde que ganó el Oscar por el documental Bowling for Columbine –hace ya 15 años– es famoso en todo el mundo por su papel de crítico con el cual tiene una relación de amor-odio con ciudadanos de su país.
Desde siempre tuve claro que Trump iba a ganar las elecciones, asegura Moore. Trump sabía que él y su casta habían atontado bastante al país
, dice sobre la carrera del mandatario en los realities de televisión. Terms of my Surrender
(Las condiciones de mi rendición) se llama el programa anti Trump de Moore. Casi desde el principio queda claro que no tiene intención de claudicar.
Somos la mayoría, podemos volver a poner el país en orden
, asegura.
Lo que sigue a ese combativo comienzo, como se pudo ver en el prestreno del viernes, tiene muchos elementos de un Late Night Show, programas de televisión nocturnos que suelen ser presentados por comediantes y en los que se mezclan actualidad y entretenimiento.
Al principio, Moore suelta un monólogo relacionado con la actualidad del día en que aborda lo que ayer fue la gran noticia: el despido de Reince Priebus como jefe de gabinete por Trump. En el escenario, que está decorado de forma muy espartana, con un sillón y un escritorio, se sigue después con una serie de preguntas entre un canadiense y una estadunidense, y con una entrevista con el actor Judah Friedlander en la que opina sobre la situación del país.
Al final, la velada teatral dura dos horas y se hace larga, no tanto por como está organizada, sino porque Moore no para de contar anécdotas de su propia vida. Es cierto que las introduce en los momentos acertados y que están muy bien pensadas para las pausas, pero subrayan una y otra vez el ya de por sí simple mensaje de que una persona puede desencadenar una enorme transformación. En el universo de Moore esa persona en demasiadas ocasiones es él mismo.
El documentalista cuenta historias sobre un campamento de verano o sobre el escándalo del agua potable en su ciudad natal, Flint, en Michigan, y Moore suele acabarlas todas con la conclusión: Piensen en un acto político que les atemorice y después den el paso
.
Tal vez se trate de una visión demasiado crítica y eurocéntrica sobre el documentalista, pero actualmente este tipo de obras atraen al estadunidense liberal. Desde hace meses, el comediante Stephen Colbert está logrando cifras récord de cuota de pantalla con su Late Show en el canal CBS. Los lunes, en muchas oficinas se ven en Youtube extractos de Last Week Tonight, de John Oliver, por el canal HBO.
Igual que la pieza de Moore, el éxito de estos formatos revela sobre todo la inseguridad que todavía sienten los ciudadanos estadunidenses ideológicamente situados a la izquierda con la victoria de Trump. Les gustan las historias de personas que se resisten, que se levantan y dicen: ¡Así no!
. En Broadway se puede ver durante las próximas 13 semanas a un viejo conocido en estas lides.