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Penultimátum

El caso Pasolini aviva polémica

E

n la madrugada del 2 de noviembre de 1975, la policía italiana encontró el cadáver de Pier Paolo Pasolini en la playa de Ostia, a 30 kilómetros de Roma. Poco después, detuvo a un joven de 17 años, Guiseppe Pelosi, quien no tardó en confesarse autor de esa muerte. Según el informe oficial, luego de golpear ferozmente a Pasolini, pasó sobre su cuerpo el Alfa Romeo en que había llegado con el joven a Ostia.

Pelosi falleció la semana pasada de cáncer en un hospital de Roma. Tenía 59 años y por el delito que cometió estuvo siete años preso. Su muerte avivó la polémica que sobre ese crimen hay en Italia y el mundo. Desde un principio, intelectuales encabezados por Alberto Moravia denunciaron que era imposible que el joven (con antecedentes de prostitución callejera y venta de drogas) hubiera podido golpear tan salvajemente a Pasolini, mucho más corpulento que aquel y, además, karateca. La duda se acrecentó en 2005 al reconocer Pelosi en la televisión no haber actuado solo. Hasta 2014 se abrió una nueva investigación sin ningún resultado.

Todo esto refuerza la creencia de que fue una venganza urdida por los poderes fácticos de Italia (el clero, la alta burguesía, la clase dirigente y las fuerzas del orden) denunciados en Saló o los 120 días de Sodoma. Y que Pelosi fue la carnada que utilizaron para asesinar al intelectual y cineasta más crítico del país. Y no sólo por ese filme, sino por Petrolio, libro en el que denuncia la red de corrupción tejida entre empresarios y la cumbre político-administrativa.

La película póstuma de Pasolini se estrenó poco después de su asesinato en el Festival de Cine de París y luego se exhibió comercialmente en una pequeña sala del Barrio Latino, sin publicidad. En cambio, la decomisaron las autoridades italianas por su alucinante obscenidad y su productor, Alberto Grimaldi, condenado a dos años de cárcel. En 1978 el Tribunal Supremo ordenó le fuera devuelta a sus propietarios en aras de la libertad de expresión. En muchos otros países también la prohibieron por atacar la moral y las buenas costumbres.

Para el filósofo Roland Barthes, Saló o los 120 días de Sodoma es insustituible, fascinante y difícilmente asimilable. Y una mirada crítica a los últimos días del fascismo durante la República de Saló, el municipio italiano situado en zona ocupada por los nazis, donde el dictador Benito Mussolini erigió su régimen entre 1943 y 1945.

Dos películas abordan la personalidad del escritor. En La maccinnazione, su amigo David Grieco recrea los tres últimos meses de su vida. La otra es Pasolini, de Abel Ferrara, muy cuestionada por los allegados al cineasta.

Según Grieco, a Pasolini lo mataron dos veces: en Ostia, los conspiradores; luego, los que intentaron cancelar para siempre el recuerdo de su caso.