Martes 25 de julio de 2017, p. 22
Moscú.
Tras un largo periodo de inactividad negociadora –estancado el proceso que permitió elaborar en Minsk los principios básicos para un arreglo político, sin acordar por cuál de ellos empezar su cumplimiento–, la canciller federal de Alemania y los presidentes de Francia, Rusia y Ucrania reanudaron este lunes la búsqueda de entendimientos para poner fin al conflicto del sureste de Ucrania, guerra fratricida de pueblos eslavos que ha tenido efectos devastadores para la población civil y segado la vida de más de 10 mil personas.
Poco lograron en esta conversación telefónica –simultánea a cuatro bandas y que duró dos horas– al reiterar cada uno, de nueva cuenta, posiciones de inicio que hacen imposible concretar una solución pacífica, si bien todos coinciden en que es difícil elaborar un documento que mejore lo pactado en la capital bielorrusa y que también lleva la firma de los dirigentes de los territorios que no reconocen al gobierno de Kiev en Donietsk y Lugansk.
Una vez más, de acuerdo con las respectivas filtraciones, Ucrania demandó que Naciones Unidas autorice un contingente de cascos azules y retomar el control de la frontera con Rusia en la zona rebelde; Rusia exigió que primero se lleven a cabo reformas constitucionales que garanticen los derechos de la población de origen ruso y elecciones en Donietsk y Lugansk para que el gobierno de Petro Poroshenko pueda negociar, sin intermediarios, con los gobernantes que resulten ahí electos.
La novedad, en esta ocasión, fue la incorporación al llamado Cuarteto de Normandía –por el sitio donde los líderes de los cuatro países se reunieron por vez primera para tratar la crisis ucrania– del nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, al grupo de participantes en las negociaciones, en sustitución del derrotado François Hollande.
Basándose en lo pactado en Minsk, la canciller y los presidentes estuvieron de acuerdo en tratar de instrumentar lo que ya se conoce como la fórmula Macron
, que consiste en avanzar mediante pasos pequeños, pero concretos para ir desbrozando el camino.
Para ello, en la segunda mitad de agosto, se reunirán los asesores de los cuatro para intentar diseñar una hoja de ruta. Si consiguen hacerlo, se podría hablar de la conveniencia de celebrar una nueva cumbre de los líderes de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania, en fecha por determinar.
Lo que sí quedó claro es que no gustó nada la sorpresiva iniciativa del líder separatista de Donietsk, Aleksandr Zajarchenko, quien hace poco proclamó la fundación de Malorrosiya, sin siquiera avisarle a su colega de Lugansk, Igor Plotnitsky.
Merkel y Macron se opusieron tajantemente a cualquier intento de poner en entredicho la integridad territorial de Ucrania, Kiev acusó a Moscú de estimular la creación del nuevo Estado para desestabilizarlo aún más, como hizo con el experimento fallido de Novorossiya, un globo que se infló hasta reventar, mientras el Kremlin asegura que nada tuvo que ver en ello.
Al menos en esta etapa, tampoco se va a sumar a las negociaciones Estados Unidos, que ejerce una influencia decisiva sobre el gobierno de Poroshenko, a pesar de que el presidente Donald Trump nombró un representante especial para Ucrania, Kurt Volker.