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Foro de la Cineteca

Yo, Olga: historia de una asesina

R

ealizado en blanco y negro, con un tono de crónica periodística totalmente neutro y desprovisto de juicios morales, Yo, Olga: historia de una asesina (Já, Olga Hepnarová), primer largometraje de los directores checos Petr Kasda y Tomás Weinreb, retoma el caso verídico de Olga Hepnarová, una joven de 22 años responsable de la embestida voluntaria con un camión que en 1973 dejó en Praga el saldo de 25 personas lesionadas, ocho de las cuales fallecieron.

Los cineastas toman como punto de partida del relato los pronunciamientos que la homicida consigna en su diario personal, entre los que destaca su abierta declaración de odio a la sociedad: Soy una mujer solitaria, una mujer destruida por la gente. Tengo como opción suicidarme o matar a otras personas. Elijo arremeter contra quienes me odian. Sería muy fácil dejar este mundo como una víctima suicida anónima. La sociedad es demasiado indiferente, lo cual acepto. Mi veredicto es: Yo, Olga Hepnarová, víctima de la bestialidad de ustedes, los condeno a la muerte.

La cinta refiere los abusos que padece Olga en su corta vida, desde el bullying de las reclusas en el hospital siquiátrico donde ha sido recluida por consumo de drogas, hasta el evento traumático, discretamente sugerido por los cineastas, de la violación a que la somete su padre. A ello se añade su lesbianismo en una sociedad comunista que no tolera disidencias políticas ni heterodoxias sexuales.

Basta además observar el círculo familiar de la joven Olga, con mujeres de rigidez imperturbable y metódicas maneras de silenciar toda expresión libre, para apreciar el abismo afectivo que existe entre la protagonista y sus progenitores, representantes conspicuos, a sus ojos, de una sociedad conformista que la joven decide condenar en bloque, sin miramientos ni matices.

En las estupendas secuencias del juicio penal, los directores destacan la total falta de escrúpulos y arrepentimiento de la homicida, también su soberbia al reclamar para sí la pena de muerte; pero lo más interesante es la lógica con la que Olga se vuelve cómplice de esa misma sociedad cuya deshumanización denuncia.

Los realizadores obtienen de la actriz polaca Michalina Olszanska una caracterización certera, sin los tintes melodramáticos que arrojarían el retrato de una villana despreciable, y sin una idealización romántica que volviera atractiva su imagen de oscura antiheroína en rebeldía contra la sociedad.

Lo que se consigna, de modo muy sobrio, es el dramático descarrilamiento de una conducta, cuyas motivaciones la sicología sólo explica a medias. Un acto puro de exasperación social, tan absurdo como injustificable, que cuatro décadas después, cuando acciones similares se incorporan a las agendas terroristas, cobra una actualidad perturbadora.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional, a las 12:30 y 17:30 horas.

Twitter: @Carlos.Bonfil