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Economía Moral

Visión renovada al concluir libro sobre pobreza y persistencia campesina/ VII

Prólogo de Meghnad Desai: reflexión crítica sobre la teoría marxiana del valor

U

n prólogo (prefacio) se escribe al final, cuando el libro está concluido. Es la última palabra, la ya no sujeta a debate. En muy raras ocasiones, los prólogos adquieren un valor propio y se vuelven famosos, tanto o más que la obra que prologan, como ocurrió con el prefacio (del propio Marx) a Contribución a la Crítica de la Economía Política (PCCEP) y con el prólogo de Jean Paul Sartre a Los condenados de la tierra de Frantz Fanon. A Meghnad Desai (MD), destacado economista que domina la economía marxista (sus libros Marxian Economics, de 1979, y Hubris. Why Economists failed to Predict the Crisis and How to Avoid the Next One, de 2016, fueron traducidos al español) y la no marxista, le pedí que escribiera el prólogo a Peasant Poverty and Persistence (PPC por su título en español: “Pobreza y persistencia campesina), libro al que se refiere esta serie de entregas, cuando el capítulo 12 (y último de PPC) no lo había acabado de escribir. Las presiones para entregar el manuscrito completo en una fecha límite obligaron a este semi-paralelismo. MD generosamente trabajó en sus vacaciones en la India (sin acceso a su biblioteca) para cumplir a tiempo. Esta lejanía, en mi opinión, le restó erudición a su prólogo, pero le añadió creatividad. Pienso que la erudición a veces frena la creatividad. El prólogo de MD es crítico y polémico, a tono con la característica de PPC de libro pluralista, de diálogo y debate. Pero como el prólogo es la última palabra, las críticas de MD quedaron sin debatir.

MD señala que “Un denominador común de PPC es que la persistencia del campesinado es una anomalía que necesita –y puede– ser explicada por la economía política marxiana”. En efecto, PPC partió, desde mi ponencia básica (PB, capítulo 1 de PPC), de la famosa cuestión agraria: ¿por qué persiste la forma de producción campesina en la agricultura? La pregunta tiene sentido porque Marx y los marxistas (y los economistas no marxistas también, aunque de manera mucho menos explícita) pensaban que las formas pre-capitalistas serían arrasadas por la superioridad productiva del capitalismo. MD se refiere al PCCEP como un texto penosamente corto y como inadecuado como teoría de la historia, afirmación que elabora señalando que es eurocéntrico y que:

“Típicamente lo que tenemos es la coexistencia de formas de modos de producción anteriores con posteriores… hay una persistencia de formas precapitalistas de organización. Alguna vez se pensó que esas formaciones sociales impuras con su persistencia de formas precapitalistas eran un signo de capitalismo subdesarrollado, que se desvanecerían con un desarrollo más rápido del capitalismo. Sin embargo, ésta era una defensa demasiado simple de la teoría. Marx padecía lo que los economistas llaman la enfermedad ricardiana: llevar cualquier tendencia observable a su conclusión lógica y considerar ésta como la predicción de un resultado real… Marx visualizó el triunfo total del capitalismo en todo el globo terráqueo debido a la pura necesidad lógica de su teoría. La realidad, empero, elude las predicciones de la teoría. La supervivencia de formas precapitalistas de producción no es algo inusual. En muchas áreas de la economía y en muchas regiones las formas precapitalistas han sobrevivido. Pequeños negocios con propietarios-trabajadores, artesanías tanto de satisfactores básicos como de objetos de lujo… se encuentran tanto en el mundo desarrollado como en el menos desarrollado. De manera especial en la agricultura, el triunfo de formas industriales… ha sido limitado”.

No puedo estar de acuerdo con esta argumentación empiricista, sin sustento teórico de MD, que conlleva la actitud de decir así es y qué. Sin embargo, al abordar un tema poco discutido en el libro: las economías de escala en la agricultura, destaca lo especial de la agricultura en el capitalismo que, en lo precedente, parecía minimizar:

Incluso extensas y eficientes granjas, en Europa y EU, siguen siendo familiares. Como dirían los economistas neoclásicos, hay límites para las economías de escala y de tamaño en la agricultura. Granjas familiares grandes, medianas y pequeñas, son la forma de organización predominante en la producción agrícola. Las máquinas han desplazado al trabajo, pero no lo han eliminado. En Europa Occidental, donde las pequeñas granjas campesinas son una excepción y no la regla (en Reino Unido la categoría de campesinado es desconocida), los trabajadores estacionales se reclutan entre una variedad de procedencias: urbana, migrantes temporales y residentes locales, por ejemplo. La agricultura completamente automatizada y mecanizada es cosa del futuro, si alguna vez llega a ser costo efectiva.

MD no podría decir que las artesanías, producidas por propietarios-trabajadores, son la forma de producción dominante en las manufacturas, como si puede decir que lo son en la agricultura (frase destacada en cursivas en la cita). Por tanto, este predominio de la producción familiar en la agricultura sí es una anomalía que necesita una explicación teórica. La cuestión agraria hace sentido. Lo común y lo diferente entre agricultura familiar en general y agricultura (familiar) campesina, se aborda en la Introducción a PPC que escribí con Susan Archer Mann. MD aborda el tema de la ‘producción’ de la mercancía fuerza de trabajo y sus características no capitalistas, que también analizan Welty, Mann, Dickinson y Blumenfeld en el capítulo 3 del libro, y Vergopoulos en el capítulo 9. Al respecto, Desai señala:

El hogar ha sobrevivido como el ámbito para la producción y mantenimiento del trabajo humano a lo largo de todos los modos de producción conocidos. Sobrevive porque, a través de los siglos, no se ha encontrado nada más económico que lo sustituya (sic). El hecho de que la reproducción de la fuerza de trabajo –el insumo crucial para la producción de plusvalía en la teoría marxiana– tenga lugar en condiciones no capitalistas tiene implicaciones mucho más serias para la teoría que lo que ni siquiera autoras feministas, que han criticado la teoría del valor del trabajo, han notado. Marx, al igual que todos los economistas clásicos, supuso que el valor de cambio de una mercancía está determinado por el trabajo incorporado en su producción. Implícitamente, esto es así si la producción se realiza en condiciones capitalistas. Pero si la fuerza de trabajo se produce en condiciones no capitalistas, ¿por qué estaría su valor determinado por los estándares del cálculo de costos capitalista? …no es solamente que los hogares no incluyan la plusvalía al determinar el costo de reproducción de la fuerza de trabajo, sino que posiblemente no utilicen, del todo, cálculos de costos. De ser así, el valor de cambio de la fuerza de trabajo no lo determina el costo sino la demanda. Las implicaciones para la teoría del valor son sustanciales.”

Comento las dos frases en cursivas. Sobre la primera, concuerdo con Karl Polanyi, quien en La gran transformación señaló que “el trabajo, la tierra y el dinero no son mercancías [objetos producidos para la venta en el mercado]. El trabajo es sólo otro nombre de una actividad humana que forma parte de la vida misma y que no es producida para la venta, ni puede esta actividad separarse del resto de la vida… Su descripción como mercancías es enteramente ficticia. Sin embargo, es con ayuda de esta ficción que sus mercados reales son organizados…” Aunque Polanyi no distinguió trabajo de fuerza de trabajo, los seres humanos no producimos fuerza de trabajo, procreamos y criamos hijos, pero no para vender su fuerza de trabajo. Sobre la 2ª frase en cursivas, Marx dijo (en El capital) que la determinación del valor de la fuerza laboral encierra un elemento histórico y moral. No es su costo, ni la demanda. Su valor es un asunto de economía moral.

Seguiré con el prólogo de Meghnad Desai a PPC en la próxima entrega.

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