La actriz italiana cumplió ayer 90 años
Miércoles 5 de julio de 2017, p. a12
Roma.
Como corresponde a una auténtica diva, Gina Lollobrigida, quien ayer cumplió 90 años, sigue teniendo una vida de película a una edad avanzada: engaños, juicios y peleas familiares.
Además, sigue siendo una invitada de lujo en galas y otras fiestas, a las que concurre en vestidos de noche llamativos, muy maquillada y con peinados sofisticados.
En su larga carrera, Lollobrigida nunca quiso encasillarse: fue un ícono de la pantalla grande, un símbolo sexual, fotoperiodista, escultora y hasta embajadora de la Organización de las Naciones Unidas. Fue todo eso y más, aunque los mejores dramas no los dio en el cine, sino en su vida privada. Nació en 1927 en la pequeña localidad de Subiaco, al este de Roma. Después de la Segunda Guerra Mundial se trasladó a la capital, donde intentó estudiar dibujo y escultura.
Llegó al cine de casualidad: en 1946 fue descubierta en la calle y en 1947 el productor Mario Costa la hizo actuar en la película Follie per l’opera.
Actuó en más de 60 filmes, como Fanfan la Tulipe, Les Belles de nuit y El jorobado de Notre Dame. Pan, amor y fantasía, de 1953, le valió el Oso de Oro en el Festival de Berlín. Sin embargo, nunca logró el Óscar.
A principios de los 70 decidió pasarse del cine a la fotografía. Retrató a figuras como Fidel Castro, Pelé, Ronald Reagan, Paul Newman y Salvador Dalí. En los años 90 expuso sus esculturas en Moscú y Sevilla.
En 1949 se casó con el médico yugoslavo Milko Skofic con el que tuvo un hijo, Milko Jr, y se separó en 1971.
En 2006 quiso casarse con el español Javier Rigau, 34 años más joven que ella. Lollo cambió de opinión, pero él se hizo pasar por su marido y obtuvo beneficios ilegales por ello. En marzo pasado la justicia italiana absolvió a Rigau, pero Gina quiere que se revise el caso.