Se trata de vestigios prehispánicos del barrio mexica Colhuacatonco
Incluye restos humanos, estructuras y figurillas, informa el Instituto de Antropología e Historia
Martes 4 de julio de 2017, p. 5
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dio a conocer ayer el hallazgo de restos humanos, estructuras y objetos en lo que fue un recinto de nobles mexicas que habitaron el barrio de Colhuacatonco, en el centro de la Ciudad de México (CDMX).
El recinto se localiza en lo que fue una vecindad de la calle República de Perú, donde se encontraba Colhuacatonco, barrio célebre por haber resistido el asedio de la conquista. Según lo relatado por fray Bernardino de Sahagún, fue aquí donde se capturó una bandera española; y esa rebeldía indígena permaneció aún después de perder la guerra, como quedó de manifiesto en el contexto arqueológico
, de acuerdo con un comunicado del INAH.
El informe describe que los restos de las estructuras prehispánicas están dispersos en el fondo del predio y a decir de la arqueóloga María de la Luz Escobedo Gómez, especialista de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, “la gente de Colhuacatonco enfrentaba los obstáculos de habitar un espacio de lodazales, pues al ser una zona baja siempre existieron problemas para desalojar el exceso de agua; el paso del tiempo bautizaría sus cercanías como ‘La Lagunilla’”.
Lugar donde da vuelta el agua
En náhuatl, Colhuacatonco signfica lugar donde da vuelta el agua
, aunque para la antropóloga también podría referirse a pobladores llegados de Culhuacán. Es además uno de los siete barrios “que pertenecían a Cuepopan, una de las cuatro parcialidades o campan tenochcas, cuyos límites –conforme la nomenclatura actual– eran la calle del Órgano hacia el norte, República de Chile al oriente, por el sur República del Perú y, por el poniente, Allende. En las inmediaciones de estas dos últimas es donde se trabaja desde marzo pasado”.
Se cree que esos restos prehispánicos pertenecían a nobles de Colhuacatonco o de sus familiares, pues eran quienes tenían habitaciones construidas con piedra, lo que las distinguía del resto de las viviendas de los macehuales, la gente de común
.
Entre las estructuras se encuentra una plataforma prehispánica al norte del terreno: un pequeño recinto que debió ocuparse para actividades ceremoniales; “un espacio de 3.16 metros de largo por 4.30 metros de ancho, que preserva su piso bruñido en excelentes condiciones y cuya factura es de calidad semejante a las superficies del Templo Mayor de Tenochtitlán.
“María de la Luz Escobedo describe el recinto como un ‘lugar íntimo’. En el centro del piso se observa un círculo con rayos elaborado en pintura negra, símbolo que posiblemente represente un escudo, mientras en la esquina noroeste del adoratorio se encontró la huella de un fogón o donde se colocaba el brasero para iluminar el espacio. A este pequeño recinto lo precedían dos espacios: una antesala del doble de sus dimensiones y un patio hundido, los cuales se hallaban en un nivel más bajo.”
En el límite sur del predio se descubrió otro segmento del piso, de la misma calidad que el anterior, que podría ser otro salón o antesala.
Además, de que es muy probable que a escondidas, los descendientes tenochcas de primera o segunda generación, llevaron a cabo los entierros de siete individuos (tres adultos y cuatro infantes cuyas edades oscilan de uno a 8 años) a la usanza de sus antepasados, realizando estas inhumaciones en las esquinas y en los accesos
, explica Escobedo. Los entierros son contemporáneos y pertenecen a la época del contacto español, y todos fueron dispuestos con sencillas ofrendas: la figurilla de un coyote, un cajete trípode Azteca III (cerámica que data de 1325-1521), una pulsera de conchas, un par de navajillas de obsidiana, un cajete y una olla miniaturas
.
También se encontraron molcajetes, platos Azteca III, figurillas prehispánicas y objetos que dan cuenta del primer mestizaje, como “pequeños silbatos en forma de aves hechos con la incipiente técnica del vidriado, personajes de rasgos occidentales y con sombrero, representaciones de monjas, candeleros y jarras con adornos que mezclan detalles fitomorfos y zoomorfos, etcétera.
Ahora que han terminado las excavaciones, los vestigios quedarán protegidos dentro del proyecto de vivienda social que se tiene planeado para este predio. Se trata, concluye Escobedo, de que la historia siga hablando por la Ciudad de México
.