Miércoles 28 de junio de 2017, p. 5
Las antiguas máquinas de escribir, con su clic clac y el agudo ding que anuncia el final de la línea, están de regreso. En Albuquerque, Nuevo México, se desarrollan reuniones especiales en lugares públicos donde los fans de estos artefactos gozan de la experiencia de probar distintas máquinas antiguas, las cuales se encuentran de nuevo buscadas por una novel generación de admiradores en busca de las piezas que se empolvaban en los sótanos de Estados Unidos. “Escribe un cuento, poemas, haikús, manifiestos, cartas o la gran novela americana”, así se convoca a estas fiestas para aficionados, a las que se puede llevar la propia máquina o utilizar las que otros llevan para exhibir. Incluso citan al Nobel Ernest Hemingway (1899-1961): No hay nada que escribir. Todo lo que haces es sentarte a una máquina de escribir y sangrar
. Esa herramienta también lo fue de la escritora británica y premio Nobel Doris Lessing (1919-2013), y de los narradores vivos, Paul Auster (Nueva Jersey, 1947) ha expresado: No tengo una computadora propia. Escribo en mi vieja máquina manual Olympia
.