Recuerdos Empresarios (LV)
or poco, la cárcel…
Aunque Ustedes, amables lectores, crean que exagero, la verdad es que Los Tres de Tres tuvimos que enfrentarnos a la revancha
de Javier Garfias de los Santos, por no haberlo invitado a formar parte del grupo organizador del festival pro escultura de don Fermín Espinosa Armillita chico, que tan grande fuera, pero es que el permiso correspondiente nos lo dio el señor Antonio Cosío, propietario de la plaza México, y doliéndome mucho por el recuerdo de sus estimables padres y su hermano Marco Antonio, no puedo soslayar el terrible problema en que nos metió al trío, y muy especialmente a mí.
Fue así…
Mi dilecto amigo, el licenciado Manuel Jiménez San Pedro, a quien ya me he referido en anteriores ocasiones y que mucho nos había ayudado para la condonación de los impuestos, nos dijo con meridiana claridad que era por demás importante que al término del festejo nos apersonáramos en las taquillas de la plaza a solicitud de la copia que la Tesorería del Distrito Federal entregaba por concepto de ingresos, y de esta manera sabríamos cuánto dinero entregar al Banco de México, conforme lo pactado y firmado.
Así lo hicimos, y excusas, razones, y retrasos y hasta muletas de la empresa, nos llevó a acordar que Los Tres de Tres nos presentáramos en las oficinas de la empresa, en las calles de Berlín, para ponernos de acuerdo, con el fin de presionar a Javier Garfias, pero, a la hora de la verdad, a punto de ingresar, Eduardo dijo que no subiría, ya que pondría en muy difícil situación a la Casa Domecq, a lo que se sumó Bernardo, quien comentó no tener autorización de la dirección del periódico, así que me dejaron, como vulgarmente se dice, colgado de la brocha
, y me fui de espaldas cuando me dijeron que Javier había avisado que esa tarde estaría ausente.
Se me vino el mundo encima.
Sintiéndome por demás contrariado, volví a las oficinas de El Redondel, y apenas estaba sentándome tras el escritorio, cuando llegaron tres hombres por demás corpulentos que se identificaron como investigadores del Banco de México, quienes tenían la encomienda de averiguar qué había sido del dinero del festival, del cual era yo el responsable.
Expliqué lo sucedido y el que llevaba la voz me dijo: “Eso nada nos importa. Usted es él que firmó y tiene ocho días para entregar liquidaciones y dinero o, de lo contrario, será demandado penalmente.
Comprendiendo que el grupo Los Tres de Tres estaba reducido a uno solo, al día siguiente, a temprana hora, me apersoné en las oficinas de la delegación, en busca del licenciado Jiménez San Pedro, quien al verme sin siquiera entrar a su despacho, me preguntó: ¿Qué hace por aquí, director?
Le expliqué lo que había sucedido y me dijo: Véngase conmigo
. Entramos a su oficina, pidió de inmediato que lo comunicaran con Garfias y bien que recuerdo lo que le dijo: “Por favor, entrégale a mi amigo Bitar el dinero y la liquidación del festival de Armillita, ya que el Banco de México lo está presionando de fea manera”.
Colgó el auricular y me confió que uno de sus ayudantes me acompañaría con instrucciones de no retirarse de la empresa hasta tener liquidación y cheque.
Tras larga espera, pasamos a la oficina de Javier, quien me hizo entrega de la prometida liquidación y del cheque, y por poco y me voy de espaldas. De lo recaudado nos descontaba, en calidad de gastos quincenales, renta de la oficina, pago de llamadas telefónicas, así como conferencias de larga distancia a España.
El ayudante del delegado le llamó a través de una especie de radio para comunicarle de los descuentos; entonces le indicó que me pasara la llamada y me dijo: Toma lo que te está dando antes de que la siga haciendo de canción
.
Volví a la delegación, le di las infinitas gracias al licenciado Jiménez San Pedro y de ahí, previas copias de liquidación, cheque y constancia de lo que estaba depositando, me fui al Banco de México; entregué todo en la oficina que se me indicó y así terminaron aquellas tantas contrariedades y pesadillas, tras de los éxitos de aquel sensacional festival.
***
Y vaya reconocimiento que hubo.
Fue sencillamente maravilloso.
Del tamaño
del festival.
(Continuaré)
(AAB)