Trabajar junt@s contra la codicia
de las grandes trasnacionales
Amélie Nguyen Centre International de Solidarité Ouvrière (CISO), Québec-Canada [email protected]
FOTOS: Edgardo Mendoza / ANEC |
El Centro Internacional
de Solidaridad Obrera
(CISO) es una organización
intersindical de
solidaridad internacional de Quebec. Su mandato es defender los
derechos laborales mediante la
creación de una mayor conciencia
de las dinámicas estructurales
–económicas, políticas y sociales–
que amenazan el respeto de los
derechos de l@s trabarador@s en
Quebec y del mundo.
No tenemos hoy día un sistema
que funcione para l@s
trabajador@s. Más bien es un sistema
que defiende y promueve los
intereses, las ganancias y el poder
jurídico y político de las grandes
empresas, y bloquea la creación
de procesos democráticos. Desde
su creación, el CISO ha generado
un mensaje a favor de la autodeterminación
de los pueblos. El
reciente encuentro trinacional,
enfocado a analizar la pronta renegociación
del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte
(TLCAN), tuvo una participación
muy diversa de los tres países con
representantes de sindicatos, organizaciones
campesinas y de consumidores,
movimientos ciudadanos
y de la sociedad civil en general,
y podría lograr un alcance mucho
más importante y profundo que
únicamente la lucha en contra de
este tratado específico.
1. Solidaridad más allá del libre
mercado y a largo plazo
Durante el encuentro, los representantes
mexicanos hicieron
llamados constantes a crear un
bloque solidario entre los movimientos
sociales de los tres países
no sólo en cuanto al TLCAN, sino
más allá, en la defensa conjunta
de los derechos humanos y las luchas
sociales de las poblaciones.
Las discusiones expusieron el hecho
de que las violaciones de los
derechos humanos están aumentando
día a día en México. Ello
se expresa por varias vías: una violencia
generalizada y normalizada
que implica mayores agresiones
hacia las mujeres y hacia las voces
disidentes; una impunidad casi
total para quienes cometen crímenes
violentos; la destrucción de las
formas de vida de l@s campesin@s
e indígenas, a fin de propiciar la
desesperación necesaria para proveer
mano de obra barata a los intereses
privados, muchos de ellos
extranjeros; la corrupción dentro
del aparato del Estado, y la perversión
de los sindicatos, de aquellos
denominados “blancos” y “amarillos
o verticales”, que son los que
predominan (no hablamos aquí de
los sindicados independientes, que
luchan admirablemente y con riesgos
en un contexto muy difícil).
Lo que salió del encuentro es que
debemos ver el momento actual
como una oportunidad. Los grupos
mexicanos han aprendido a
funcionar en un ámbito violento,
en el cual la libertad de expresión
está en riesgo, y donde pesa mucho
el asombroso poder corporativo,
que es apoyado por leyes
que cristalizan su influencia y sus
beneficios futuros. Por necesidad,
han aprendido a organizarse a veces
clandestinamente, a ser creativos,
a adaptarse a condiciones que
cambian a veces rápidamente, a
no parar aunque haya obstáculos. De esta sólida y durable experiencia
de resistencia, grupos de Quebec,
Canadá y Estados Unidos tenemos
mucho que aprender. Este
podría ser el momento de dar reversa
a las dinámicas neocolonizadoras,
y cuestionar seriamente las
relaciones históricas de poder que
favorecen a las elites del Norte. ¿Por qué? Porque ya en el pasado
l@s mexican@s han confrontado
muchas veces la derechización de
las políticas, la discriminación y la
represión.
2. Pensar y actuar de manera
trinacional
Durante las discusiones se sugirió
que había que cambiar profundamente
las maneras de pensar y de
actuar. Los grupos mexicanos propusieron
una agenda trinacional de
trabajo. Esa expresión implica que
debemos planear las luchas de cada
país tomando en cuenta las repercusiones
en los otros dos países, y
habiendo aprendido ya de los impactos
muy dañinos del TLCAN
para l@s trabajador@s de América
del Norte. Esto quiere decir que debemos
tomar en cuenta los potenciales
impactos trinacionales de los
TLCs; las potenciales deslocalizaciones;
las desiguales condiciones
de trabajo y de salario; los vínculos
entre el dumping, la destrucción de
la agricultura, las desposesiones de
los territorios, la industrialización y
la destrucción de la economía local
con la tendencia a priorizar el flujo
de inversiones extranjeras y las
exportaciones; la relación de esto
último con el creciente extractivismo,
y la profundización de la crisis
de derechos humanos en México,
tanto los civiles, como los políticos,
económicos, culturales y sociales. Es necesario entonces establecer
acuerdos entre organizaciones para
impulsar juntos mejores condiciones
para la población, y en especial
para la clase obrera de México, el
país en el cual el TLCAN seguramente
ha tenido los impactos más
fuertes.
3. Un modelo alternativo
Por supuesto, lo más complejo será
construir una propuesta común y
convencer a la población; esto, en
un ámbito en el cual la ideología
neoliberal sigue siendo hegemónica. A esto estamos convidados
en los próximos meses, con toda
nuestra escucha, creatividad y solidaridad.
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