|
||||
Nuevas condiciones de intercambio,
Representantes campesinos de México, Canadá y Estados Unidos convinieron en realizar acciones solidarias trinacionales para evidenciar su unión y solidaridad ante la próxima renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y para impulsar condiciones nuevas que reviertan lo que hasta ahora ha ocurrido en el marco de este tratado (caída del ingreso de los productores de los tres países, disolución o debilitamiento de sus organizaciones económicas, traslado del control de las operaciones en el agro hacia las grandes trasnacionales y pérdida de mercados locales, entre otras cosas). En una reunión sectorial previa al Encuentro de Organizaciones Sociales Canadá, Estados Unidos, México. Por Nuevas Formas de Cooperación Internacional, realizado en la Ciudad de México el 26 y 27 de mayo, representantes como José Bernardino Magdaleno Velasco, presidente de la Unión Campesina Totikes (UCT) de Venustiano Carranza, Chiapas, y Pedro Torres, presidente de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) y miembro del Frente Democrático Campesino de Chihuahua (FDCCh), expresaron preocupaciones por los efectos acumulados de 23 años del TLCAN en el campo mexicano. Víctor Suárez, director ejecutivo de ANEC, por su parte, advirtió que la renegociación del TLCAN en manos de los gobiernos implica el gran riesgo de que se incorpore al libre comercio servicios tales como la educación, la salud, el abasto de agua y el saneamiento, así como derechos de propiedad intelectual, por ejemplo los de las semillas. Es importante impedir esto, y también hacer un frente común campesino de los tres países “para evitar que nos confronten entre pueblos, pues lo que quiere la sociedad en los tres países es integración, pero de otro tipo y con otros objetivos para sustituir el actual modelo fallido, con soberanía, con protección del medio ambiente, con la democracia que hemos perdido al tiempo que se fortalecen las corporaciones, y queremos un diálogo público e incluyente”. Pedro Torres afirmó que los pequeños y medianos productores del campo, e incluso los grandes, estuvieron excluidos de las negociaciones del TLCAN hace más de 23 años, “porque no estábamos considerados en este proyecto […] fuimos objeto de la negociación no sujetos, y el tiempo se ha encargado de comprobar esto. Resentimos muchos estragos. Hay unos cinco millones de campesinos mexicanos emigrados en Estados Unidos. La pobreza rural se ha profundizado y hay desolación en muchas regiones campesinas del país”. En Chihuahua de los diez mil productores de manzana que había ya sólo sobreviven dos mil o tres mil, dijo, pues el modelo de comercio que tenemos genera precios castigados a los productores, y si éstos quieren sobrevivir, tienen que afrontar los costos de producción aunque los rebasen, y si no, pues pueden emigrar a Estados Unidos o pueden empobrecerse o pueden involucrarse en el narco; al sistema no le importa, ya que sólo defiende a las grandes corporaciones, y así se observa en las reglas del TLCAN. “Con mucha facilidad, estas empresas se apoderan de la materia prima que nosotros generamos, y hacen negocio, y el gobierno no tiene ningún interés por apoyar a los productores”. Y al arrasar a la pequeña agricultura, tampoco los consumidores han salido beneficiados, afirmó; los supermercados y sus productos industrializados han hecho desaparecen muchos negocios pequeños y han desvalorizados los alimentos campesinos. Hasta antes de los años 80’s, cuando México entró de lleno al esquema neoliberal, los productores podían comercializar sus productos por medio de misceláneas o pequeñas tiendas; allí colocaban huevo, leche, frutas, y el consumidor podía comprar a precios accesibles. Eso ya no ocurre. El representante de Totikes comentó: “El gobierno dice que el maíz no es importante, quiere que ya no hagamos milpa, que nos vayamos a Estados Unidos, a las ciudades”. El modelo del TLCAN ha apostado por la competitividad, favoreciendo con subsidios sólo a los productores de tipo comercial, y ha inducido a la sustitución de granos por otros cultivos de exportación. “Pero nosotros somos hijos del maíz y no vamos a permitir que muera el maíz nativo, no queremos maíces transgénicos ni de bolsa. Somos gente trabajadora y queremos cuidar a la madre tierra. Y hacemos esto por nosotros pero sobre todo por nuestros hijos y nietos”.
Karen Hansen-Kuhn, directora de Comercio y Gobernanza Global del Institute for Agriculture and Trade Policy (IATP), de Estados Unidos, afirmó que los vaivenes de precios y el dumping de EU hacia otros mercados han propiciado que los productores produzcan más y más, en una dinámica falta de lógica, pues ello induce a una caída de sus ingresos, a tal grado que hoy son 50 por ciento inferiores en comparación con tres años atrás, y las corporaciones han tomado ventaja moviendo a través de las fronteras sus operaciones a fin de lograr las mayores ganancias.. “Hay ciertas coincidencias con lo que vemos en México. Hay tantas historias terribles en el campo de nuestro país que van de la mano de políticas comerciales… Debemos decir lo que queremos de forma trinacional. En EU el agronegocio no quiere cambios, pero lo productores sí. Debemos ser capaces de contar la historia como la hemos visto”. Jesús Emiliano Loyo, del FDCCH, afirmó que un nuevo TLCAN donde sean consultados los campesinos, podría generar ajustes en los mercados con efectos positivos para los consumidores y las economías nacionales y locales. Por ejemplo, dijo, en Chihuaha se produce algodón transgénico; podría buscarse una reconversión a maíz y con ello México reduciría su dependencia de unos diez o 12 millones de toneladas en un millón. “Hay 800 mil toneladas de nuez que se producen y va todo a la exportación, y para ello se utiliza agua fósil de cientos de pozos. Es agua que tardó muchos años para conjuntarse. No habría inconveniente tampoco que allí se sembrara maíz, unos dos millones de toneladas, en lugar de tener esos árboles de nuez”. Jan Slomp, presidente de la National Farmers Union (NFU) de Canadá, lamentó que en su país las cooperativas agrícolas prácticamente han desaparecido, con excepción de las de Quebec. Las trasnacionales se han apropiado de los negocios; los productores antes movían sus granos por medio de sus propios elevadores y el tren, y ahora los deben trasladar a lo largo de grandes distancias para llevarlos a las terminales de las trasnacionales, de tal forma que 50 por ciento de las utilidades generadas por los granos van a parar a manos de esas corporaciones. El supuesto interés del TLCAN es mejorar las condiciones de vida de la población, pero lo que en realidad ha ocurrido es favorecer el movimiento del capital a costa del bienestar social, destruyendo, en el caso del agro, cooperativas y protecciones legales, mercados justos y la producción de ciertos alimentos. “Hoy queremos crear una nueva plataforma, con condiciones económicas y sociales que deben ser redefinidas y que todo el capital esté sujeto a esas condiciones, incluyendo las de tipo ambiental”, dijo. (LER).
|