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Nuevos enfoques en el debate
El debate de los efectos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sobre la agricultura ha cambiado radicalmente al paso de los 23 años de vigencia de este acuerdo. “Ya no es sólo cuestión de desde dónde y adónde va el trigo o el maíz, sino se trata de analizar movimientos transfronterizos, que parecieran no tener lógica, de productos del agro, en particular de animales y de carne. Hay animales que van de Estados Unidos (EU) a México, los engordan allá, regresan a Estados Unidos para su procesamiento y se exporta la carne a México y otros países. Ligado a esto, y habría que ver si ocurre también en México y cómo ocurre, en EU la producción industrial de animales está generando fuertes desafíos a escala local, en las comunidades, con una contaminación del agua espantosa, desechos animales, problemas laborales y de bienestar de los animales. Y hay grupos estatales y nacionales que quieren enfrentar esto, quieren crear restricciones a este tipo de producción”. Karen Hansen-Kuhn, directora de Comercio y Gobernanza Global del Institute for Agriculture and Trade Policies (IATP) –organización con sede en Minneapolis, Minnesota– señaló lo anterior y comentó que los movimientos transfronterizos de mercancías escapan de la visión y del control de los agroproductores; ellos están en su comunidad y se allegan de información específica para tomar sus decisiones. Quienes realizan ese comercio que aparentemente es irracional son las grandes corporaciones trasnacionales, que cuentan con grandes recursos financieros e información, a tal punto que pueden mover aspectos de su producción y comercio rápidamente respondiendo a su interés de lucro.
“Entonces, tenemos que ver esto no como cadenas de producción, sino como redes de producción, que son como telarañas, y algunos de sus sustentos son las reglas del TLCAN, pero también la Ley Agrícola de EU (la Farm Bill) y la Ley de Comercio de EU, “que van juntas”. Por otra parte, dijo, el IATP ha realizado análisis de dumping de granos –que afecta a los productores de México, por importaciones desde Estados Unidos–, y el estudio se ha hecho complejo conforme hay vaivenes en los precios internacionales de los granos. Durante la reciente época de precios altos, el fenómeno del dumping se desvaneció. Y lo que siguió fue que los productores de EU se vieron estimulados por esos precios y produjeron más y más y ahora los precios han caído. “Los ingresos de los productores bajaron en 50 por ciento respecto de hace tres años”. Así, “hay crisis en todas las zonas rurales de EU. Entonces los productores de Estados Unidos no ganaron con el TLCAN, ellos perdieron, y los productores de México también perdieron. Esto tiene que ver con las reglas del TLCAN, y no sólo la cuestión de la desgravación arancelaria, sino también la inversión en las cadenas productivas, en especial la de la carne”. Hansen-Kuhn consideró que tanto los agroproductores de Estados Unidos como los de México a escala local “quieren un modelo diferente, una producción sostenible, ingresos más estables. Tenemos que entender que la situación actual es distinta a lo que fue hace 23 años y debemos pensar qué condiciones deben cambiar. Eliminar el TLCAN no solucionaría el problema. Se habla de que en la renegociación del TLCAN se quieren usar elementos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación (TPP, por sus siglas en inglés), lo cual preocupa. Tenemos que ver cómo se insertarían tales elementos del TPP y debemos educar a las poblaciones sobre cómo deben resistir”. Si uno entiende que los conflictos actuales en el agro no son sólo debidos a un factor, sino a un conjunto de factores, habría maneras de desmarañar el problema y comprenderlo mejor, dijo. Comentó que hoy día en Estados Unidos hay preocupación entre los productores agrícolas ante la idea de que el TLCAN pudiera cancelarse, “y es que ellos tienen siempre el argumento de que las exportaciones son la base de la economía rural, y de allí que en época de buenos precios produzcan más y más. “Es como ir corriendo a toda velocidad pero sin llegar a ningún lado. Los productores están enganchados en este sistema de producción masiva de granos y carne, con una oferta que echa abajo los precios, y ellos no han logrado reconocer ampliamente que no van a ganar con este sistema. Tenemos que echar atrás estas ideas, desmentir sus argumentos”. “Necesitamos, concluyó, un sistema de producción agrícola más localizado, más integral, más sostenible, que reconozca al medio ambiente y a las formas locales de producción y de intercambio. En México hay procesos en marcha en ese sentido, por ejemplo lo que hace la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), con una visión agroecológica marcando su trabajo; en EU también se experimenta un gran crecimiento de producción más pequeña, más localizada, para venta local, más sostenible… no está al nivel de reemplazar a los grandes, pero implica un cambio cultural, pues involucra relaciones locales estrechas. Si queremos llegar a un sistema más pensado de esa forma, tenemos que generar una transición entre la agricultura dominada por los grandes y lo que buscamos, dijo (LER).
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