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Convenios internacionales
El derecho de los consumidores a conocer los ingredientes y el origen de lo que comen resulta vulnerado por los acuerdos internacionales de comercio e incluso por la Organización Mundial de Comercio (OMC), como se observa en una experiencia reciente, y eso es muy preocupante pues “aunque se piensa que a los consumidores debe interesar que los productos tengan precios accesibles y deben estar felices porque los tratados de comercio bajan los costos, en realidad nuestros intereses van más allá de costos y elección. Queremos tener productos sanos, proteger la salud y el medio ambiente y contar con marcos regulatorios para las empresas”. Afirmó lo anterior Melinda St. Louis, directora de Campañas Internacionales de Public Citizen, una organización de consumidores presente en todo Estados Unidos con 400 mil miembros, e integrante de la Campaña Ciudadana de Comercio, que es una coalición muy amplia de agrupaciones ambientalistas, sindicales y otros. Precisó que en fechas recientes Estados Unidos perdió un caso en la OMC sobre el etiquetado de la carne (que establecía el origen). El fallo de la OMC determinó que ese mecanismo representa un obstáculo para el comercio y “si hubiéramos continuado con el etiquetado, surgirían demandas de los empresarios afectados exigiendo indemnizaciones por más de mil millones de dólares. Por el ello el Congreso atendió a la OMC y quitó la etiqueta”.
Esto, agregó, afecta a los consumidores por el hecho en sí, y además sienta un precedente. “Hay varios estados que tienen una legislación para etiquetar transgénicos y están muy preocupados. El resultado de la OMC va en contra del derecho a la información, algo que es muy básico, pues ni siquiera estamos diciendo que no vamos a comprar, queremos saber de dónde y que contiene nuestra comida. Los mecanismos internacionales de comercio cuentan con un sistema de controversias que tiende a proteger a las corporaciones trasnacionales en detrimento de los consumidores. Y digo trasnacionales porque las empresas medianas y pequeñas carecen de recursos para participar en tribunales internacionales. Eso nos preocupa”. La entrevistada precisó que Public Citizen agrupa a consumidores de todo tipo, no sólo de alimentos, y forma parte de una red de consumidores trasatlántica, con países europeos. “Nos preocupa, dijo, las acciones del presidente Donald Trump, pues él en sí es una corporación multinacional. Su nombre es la marca. Por supuesto que sus intereses van a ser los mismos que los que defienden las trasnacionales; sus asesores son representantes de esas empresas, y hemos visto su gabinete: los funcionarios vienen de grandes corporativos financieros. Y Trump, además, ni siquiera ha informado de sus inversiones en Canadá y México y tampoco es transparente en su información de impuestos. Los intereses que defienden son los mismos que impulsaron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y otros TLCs. Aunque él maneja una retórica populista, sabemos, porque así se filtró, que buscar renegociar el TLCAN imponiendo casi lo mismo del [hoy frenado] Acuerdo Transpacífico de Cooperación (TPP), con normas, acuerdos, que fortalecen los beneficios para las trasnacionales, empresas con un poder insólito para atacar las protecciones a favor de los consumidores”. Por eso, agregó, resulta crítico demandar la transparencia en las renegociaciones del TLCAN. -¿Qué capacidad de cabildeo tienen como organización para influir en las renegociaciones del TLCAN? -No contamos con el mismo nivel de dinero que tienen las trasnacionales. Pero tenemos votantes, personas; nos organizamos y hablamos francamente con los congresistas, nos organizamos con nuestros aliados sindicalistas y ambientalistas. Y en la lucha contra el TPP sí incidimos para lograr una mayoría en el Congreso. Eso fue una victoria de los movimientos sociales en Estados Unidos. Durante 2016 la Cámara de Comercio y la Casa Blanca expresaron como prioridad la ratificación del TPP, pero como sociedad, consumidores, trabajadores, activistas, presionamos y la mayoría en el Congreso rechazó ese acuerdo. Los congresistas estuvieron recibiendo mucha presión de empresas y su dinero también. Pero sabían que 2016 era año electoral y sus votantes podían echarlos afuera. Así que nuestra presión tuvo un impacto. Hoy tenemos que rehacer esas redes y movimientos para incidir en la renegociación del TLCAN. “Por eso estamos aquí [en el encuentro trinacional] y nos parece muy importante. Para nosotros es fundamental diferenciarnos de la retórica xenofóbica, de odio y de discurso antimexicano que tiene nuestro gobierno. Nuestra crítica al TLCAN no es así. Es porque las grandes corporaciones son las que están ganando y tenemos que unirnos de forma transfronteriza para confrontar y contrarrestar a estas trasnacionales”. (LER).
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