Comey comparece hoy ante el Senado; sus declaraciones podrían llevar a un impeachment
El Watergate palidece ante el escándalo del presidente de EU y los rusos: ex jefe de Inteligencia
Voceros de la Casa Blanca se niegan a responder sobre posible renuncia del procurador general
Jueves 8 de junio de 2017, p. 25
Nueva York.
James Comey, director de la FBI cesado por Donald Trump cuando investigaba a sus socios, declarará este jueves ante el Senado que el presidente le pidió que levantara la nube
de esta indagatoria y también le solicitó que dejara ir
al ex asesor de Seguridad Nacional Michael Flynn, según su declaración escrita con la que iniciará su testimonio en el Senado, en lo que ya se ha calificado, aun antes de suceder, de sesión histórica
.
Aunque no lo afirma explícitamente, las declaraciones de Comey aumentan las sospechas de que el presidente podría haber cometido el delito federal de obstrucción de la justicia. Ese cargo estuvo en el centro de los dos juicios políticos (impeachment) contra presidentes en la era moderna: Richard Nixon, en torno al escándalo Watergate, y Bill Clinton por el caso Lewinsky.
El ex director de la FBI afirma que Trump le dijo en una conversación, el 30 de marzo, que la investigación sobre el papel de Rusia en la elección era una nube
que estaba dañando “su habilidad de actuar en nombre del país, y preguntó qué podíamos hacer para ‘levantar la nube’”.
Comey también confirma que en una conversación entre los dos en la Casa Blanca, el 14 de febrero, Trump comentó algo que el entonces director de la FBI interpretó como una solicitud para poner fin a la investigación sobre su ex asesor de Seguridad Nacional. El presidente insistió en que Flynn era un buen tipo
y, escribió Comey, le dijo: yo espero que puedas ver la manera para dejar ir esto, dejar ir a Flynn
.
La declaración inicial por escrito de Comey divulgada este miércoles por el Comité de Inteligencia del Senado, ante el cual comparecerá hoy jueves, relata nueve interacciones privadas con Trump, tres en persona y seis por teléfono, en un periodo de cuatro meses, todas las cuales incomodaron al entonces director por poner en entredicho la supuesta independencia de la agencia federal que dirigía (indicó que sólo sostuvo dos intercambios personales muy breves con Barack Obama).
Comey percibió que Trump intentó sujetarlo en una cena el 27 de enero; relata que primero el presidente le preguntó si deseaba mantenerse en ese puesto, algo que le pareció extraño, ya que habían abordado ese tema anteriormente, y le aseguró que deseaba cumplir con su estancia de 10 años. Trump le informó que mucha gente deseaba ocupar ese puesto. Comey escribe que interpretó ese intercambio como un esfuerzo para obligarme a solicitarle mi empleo y crear algún tipo de relación de patrocinio político
. Eso, dijo, lo dejó preocupado, ya que la FBI goza de independencia dentro del Poder Ejecutivo.
Agrega que el presidente, en esa misma cena, le repitió una y otra vez: necesito lealtad, espero lealtad
. Comey le respondió que podía contar con su honestidad
, en lo que calificó de un intercambio bastante incómodo.
El 11 de abril el presidente llamó por teléfono a Comey para insistir en que necesitaba hacer más para dejar claro en público que Trump no estaba personalmente bajo investigación, hablando de nuevo de la nube
sobre su administración. Comey le respondió que eso tenía que ser manejado por medio del abogado de la Casa Blanca y el subprocurador general del Departamento de Justicia.
Comey escribe que imploró
al procurador general, Jeff Sessions, hacer todo lo posible para evitar toda comunicación directa y personal entre él y el presidente, ya que lo consideraba inapropiado
para un jefe de la FBI y algo que nunca debería suceder
.
La conversación telefónica del 11 de abril fue la última comunicación directa entre los dos. Comey se enteró que había sido despedido cuando la noticia apareció en unas pantallas detrás de él mientras ofrecía un discurso a agentes de la FBI en las oficinas de Los Ángeles.
Estos son los primeros comentarios públicos de Comey desde que fue despedido por Trump el 9 de mayo, y se anticipa que su comparecencia dañará aún más esta presidencia, ya la menos popular en la historia en sus primeros meses y que no ha logrado superar las sospechas de que es producto de una elección en la que la interferencia rusa, si no es que la colusión con la campaña de Trump, influyó en su triunfo (Revisar la declaración).
El Comité de Inteligencia del Senado está a cargo de una de las cinco investigaciones que proceden sobre las interacciones entre la campaña de Trump y los rusos, sus secuelas y ahora sobre posible encubrimiento de estas relaciones. Hay tres indagatorias más de otros comités del Congreso y una encabezada por Robert Mueller –el fiscal especial nombrado por el Departamento de Justicia–, también ex jefe de la FBI y figura que ha trabajado con Comey, de quien es una especie de mentor.
En el transcurso de este miércoles, altos funcionarios de seguridad nacional y justicia del gobierno de Trump fueron interrogados en el Senado sobre si el presidente había buscado influir en las investigaciones sobre las interacciones de su campaña con oficiales rusos, en lo que fue una especie de prólogo para la audiencia de hoy jueves. Todos insistieron en que no podían discutir sus intercambios con el presidente en sesiones públicas y por tanto rehusaron confirmar si su jefe les pidió intervenir en la investigación. Mike Rogers, director de la Agencia de Seguridad Nacional, aseguró: nunca he sido inducido a hacer algo que yo creo sería ilegal, inmoral, no ético o inapropiado
.
Dan Coats, director de Inteligencia Nacional; Andrew McCabe, jefe en funciones de la FBI, y Rod Rosenstein, subprocurador general, también frustraron a los senadores que buscaban mayor información sobre el manejo interno de la investigación.
Mientras tanto, al otro lado del mundo y aun antes de la divulgación del testimonio por escrito de Comey, el ex director de Inteligencia Nacional James Clapper comentó en un foro en Australia que el escándalo sobre Trump y Rusia ya es más serio que de lo que se cree: “Watergate palidece, realmente, en mi opinión, comparado con lo que estamos enfrentando ahora”, dijo. Agregó que la manera en que el presidente despidió a Comey fue inexcusable
y condenó el trato que da el jefe de la Casa Blanca a las agencias de inteligencia.
La mayoría de estadunidenses (56 por ciento) opina que Trump está interfiriendo en las investigaciones en lugar de cooperar, y 61 por ciento dice que despidió a Comey para protegerse a sí mismo, según una nueva encuesta de Washington Post/ABC News.
Christopher Wray, próximo director de la FBI
Por otro lado, por segundo día consecutivo voceros de la Casa Blanca rehusaron responder si Trump aún tiene confianza en el procurador general, Jeff Sessions. Esto, después de que ABC News reveló que el fiscal ofreció renunciar en algún momento en los meses recientes, tras un deterioro de su relación personal con el presidente, aparentemente algo que empezó cuando decidió recusarse de la investigación sobre los rusos en la elección. Sessions fue uno de los primeros y más fieles promotores de Trump durante la campaña cuando era senador.
Al mismo tiempo, y sin consultar con el liderazgo republicano en el Congreso, Trump anunció este miércoles –en Twitter– que nominará a Christopher Wray como próximo director de la FBI. Wray fue procurador general asistente de 2003 a 2005, en la presidencia de George W. Bush.
La Casa Blanca se prepara para tratar de contrarrestar el impacto de la audiencia de Comey. El presidente amenazó con tuitear durante la sesión, según versiones filtradas a los medios.