Vivir 12 años en ese país enriqueció mi obra, expresa en entrevista con La Jornada
un artista conceptual aburrido
El desastre ahí se ha teledirigido desde fuera con grandes complicidades internas, sostiene
Hay un nacionalismo mal entendido y yo no creo en la nacionalidad ni en las patrias; soy anarquista
Miércoles 7 de junio de 2017, p. 7
Milán.
El artista español Santiago Sierra (Madrid, 1966), quien difícilmente acepta entrevistas, habla con La Jornada sobre su experiencia en México, donde dice que vivió 12 años, de 1995 a 2006-2007.
La charla versa, entre otros temas, sobre la exposición del artista que alojó el Pabellón de Arte Contemporáneo en Milán, que concluyó el domingo pasado.
–¿El título Mea culpa de su muestra es pertinente?
–El título fue puesto por los curadores, pero me parece interesante comparar al artista con el culpable. Me ha pasado mucho que por hacer piezas, parecía que había cometido crímenes.
–¿Qué ha recibido de México en su formación artística?
–Si no me hubiera ido a México habría sido un artista conceptual aburrido. Tenía necesidad de subir el volumen, de hablar más fuerte, que la situación tan llevadera era bastante insostenible. Por tanto, había que buscar maneras más extremas de comunicar lo que deseaba.
Fue como haberle echado limón a la ensalada. Mi amaneramiento traído de Alemania, de España, del arte conceptual europeo, se me quitó en México. Mi obra se enriqueció. Me es más fácil trabajar en Europa, porque tengo más actividad. Cuando vivía en México debía cruzar el Atlántico cada tres minutos y por eso decidí regresar.
Menos peleas sectarias
–¿Cómo se comporta el público en México?
–Ha cambiado mucho. Antes éramos raritos
los que estábamos en un lenguaje duchampiano o en esa tradición. Ahora no. Son multitudes, personas bien informadas, hay menos peleas sectarias.
“Hay mucho público, es culto y sabe de qué hablas. También es el caso
Orozco (en alusión a Gabriel Orozco), o similares, pues han hecho que eso se deje de ver como una locura. Se ha entendido que hay un camino que es respetable. El nivel de discusión era peor en los años 90 del siglo pasado, había encono y ahora no.”
–¿Percibió descomposición política, social y económica durante su estancia en México?
–Me preocupa la circunstancia con el vecino del norte, beligerante; incluso se habla de una palestinización de la relación México-Estados Unidos y eso es terrible.
“Cuando veo que autorizaba que los marines utilizaran el uniforme de los marinos mexicanos y luego dicen que el ejército va a tomar el control del orden público, es para echarse a correr.”
–¿Eso se debe a la descomposición del Estado mexicano?
–Sí, claro. Los zetas se formaron como cuerpo especial para combatir el narcotráfico y resultó ser lo contrario. Se ha teledirigido el desastre desde fuera con grandes complicidades internas.
Aquí tampoco estamos tan bien, tenemos a los militares en la calle, que es una imagen brutal. Europa también se degrada, el Mediterráneo es un cementerio. Europa nada tiene que envidiar a Estados Unidos, se comporta igual, de manera insolidaria con sus vecinos.
–¿En México le ha sido difícil crear alguna obra?
–Sólo con Sumisión, en Ciudad Juárez, no la pude terminar. Recibí una llamada: si usted no cierra, va a perder nuestra protección
. Salí corriendo. En general he podido trabajar siempre, porque en ese entonces lo hacía casi desde el anonimato, aunque lugo me volví conocido. Allá podía trabajar muy bien, porque no se esperaban mi reconocimiento posterior. Sin embargo, hoy ya no es lo mismo como en los años 90 del siglo pasado.”
–¿Cómo es su relación con la comunidad artística mexicana?
–He tenido problemas por ser español; las críticas eran rechazadas por la comunidad artística mexicana. Hay un nacionalismo mal entendido. Yo no creo en la nacionalidad ni en las patrias, soy un anarquista y me da igual todo esto, pero claro, el acento marca.”
–¿La comunidad artística lo recibió bien?
–No. Las malas caras han sido abundantes.