odavía hay mucho que decir en torno a la salida del gobierno de Donald Trump del Acuerdo de París sobre cambio climático. Tan brutal decisión ha sido desaprobada unánimemente, fuera y dentro de Estados Unidos.
La respuesta en ese país ha sido de total repudio entre los sectores más conscientes de lo que significa una medida como esa. Fuera de Estados Unidos, la reacción ha sido reprobando la descabellada decisión de Trump. En especial, los primeros ministros de Alemania y Francia han respondido con sendos mensajes a la comunidad internacional. Angela Merkel, canciller de Alemania, llamó a los integrantes de la Unidad Europea a actuar conjuntamente contra la política sectaria de Trump. Emmanuel Macron, presidente de Francia, incluso ha ido más lejos al llamar a los científicos estadunidenses a refugiarse en Francia para continuar con sus investigaciones sobre el medio ambiente.
Algunos científicos pertenecientes a diversas organizaciones, como la Brookings Institution, consideran que la decisión de Trump fue una herida autoinfligida, debido a que 69 por ciento de los estadunidenses, incluidos muchos de quienes lo apoyan, han asegurado que Estados Unidos debe continuar dentro del Acuerdo de París. De ellos, 86 por ciento son demócratas, 61 por ciento independientes y 51 por ciento republicanos. Ha sido un trágico error en términos diplomáticos y morales, ocasionado, entre otras cosas, por las presiones de las industrias ligadas a la explotación de combustibles fósiles, en especial el carbón, según varios especialistas de la Brookings. En el terreno económico, contrario a las predicciones de Trump, es factible que en los próximos años Estados Unidos pierda 1.4 billones de dólares por el avance de industrias ligadas a la producción de energéticos no contaminantes. Los estadunidenses perderán el liderazgo en este campo debido al sesgo y retroceso en la política de protección al medio ambiente.
En el plano interno, con el desenlace se confirmó que anticipar la muerte política
de Steve Banon fue exagerada. Su intervención, junto con otros asesores ligados a su filosofía nacionalista, fue determinante en la salida del acuerdo. Demostró que, frente a la candidez e inexperiencia política de Jared Kushner e Ivanka Trump, yerno e hija del presidente, respectivamente, su experiencia y malas artes fueron determinantes. Kushner e Ivanka creyeron tener mejores argumentos para convencer al presidente del error que significaba abandonar el acuerdo, pero fallaron rotundamente. No entendieron cómo fue elegido Trump, las fuerzas detrás de él y la terca determinación de cumplir a sus seguidores una promesa que le dio los votos de algunos estados, cuya economía en parte se asienta en la decreciente industria del carbón. La conclusión es que “Trump invariablemente toma decisiones, no porque Banon lo manipule, sino porque está de acuerdo con él (The New Yorker, 2/6/17).
La controversia incluso ha llegado al círculo de asesores económicos del propio Trump. Entre otros, los directores de importantes industrias como General Electric, Disney y Tesla han anunciado su renuncia a participar como asesores del presidente en respuesta a su decisión de salir del acuerdo. El gobernador de California, Jerry Brown, llamó a los gobernadores de otros estados a consolidar una política de protección del medio ambiente, con medidas para contravenir las de la Agencia de Protección Ambiental, cuyo titular ha declarado enfáticamente que no existen pruebas del calentamiento del planeta y, por tanto, la inutilidad de la existencia de la agencia de la que él es titular.
Para efectos prácticos, tal vez la peor conclusión es que la política del medio ambiente tiene un peso mínimo en la decisión de los electores, según un comentario en un programa de la cadena de televisión pública. Tal vez así ha sido hasta ahora, pero vale la pena ser optimista y pensar que esa aparente apatía cambiará pronto.