ué efectos dejó la comparsa Trump a su paso por Arabia Saudita, Israel, Bélgica e Italia? Svi Schuldiner plantea en Il circo trumpiano che occulta la prossima guerra
(Il Manifesto, 18/mayo/17) que el boato de sus recepciones en Riad y Jerusalén pretende ocultar con oropel la construcción de un frente pro estadunidense para una nueva guerra en Medio Oriente. En la víspera de la gira Donald Trump envió a su yerno Jared Kushner a negociar un tratado de venta de armas a Arabia Saudita. El esposo de Ivanka habló directamente con los fabricantes de armas para negociar un descuento que le permitiera cerrar el trato. El ambicioso joven logró un paquete comercial por 110 mil millones de dólares, cifra 11 veces mayor que el plan Marshall. El paquete vendido incluye aviones, barcos, bombas guiadas de alta precisión y un sistema de radar antibalístico. Arabia Saudita reactivará la economía estadunidense con multimillonarias compras de aviones de guerra. Trump habla de combatir el terrorismo, pero le vendió un arsenal al país que, de acuerdo con profusa información de prensa en Medio Oriente, promueve ejércitos mercenarios en Siria. La misógina nobleza saudí contará con los instrumentos para seguir destruyendo Yemen y aniquilar a los hutis (chiítas), actualmente sumidos en una hambruna histórica y una mortífera pandemia de cólera que provoca intensos calambres musculares, náuseas y, finalmente, deshidratación mortal. Trump fue recibido en Tel Aviv como si bajara del monte Sinaí, pero Avigdor Lieberman, ministro de Defensa israelí, no está contento. La estrategia de Trump obligó a Israel a aceptar a un vecino superpoderoso. Por lo pronto, estadunidenses, sauditas e israelíes decidieron que para ellos el demonio se llama Irán.
El 25 de mayo, a las 8:10 am, las hélices de los helicópteros agitaron los hábitos de las monjas en Ciudad del Vaticano. El Papa y Trump sostuvieron una gélida reunión de sólo 29 minutos. De acuerdo con Luca Coci (Il Manifesto, 35 de mayo), la frialdad de la reunión era previsible. El pontífice, Jorge Mario Bergoglio, bendijo a los migrantes en el muro de Trump, sentenció que quien quiere construir un muro no es cristiano
y aseveró que la madre de todas las bombas era una vergüenza
. Sin embargo, ninguno de los dos podía rehusar el encuentro. Los católicos representan 25 por ciento de la población estadunidense y tienen mucho peso en la opinión pública. Tras el encuentro Trump siguió su viaje de buhonero vendedor de armas. El Papa viajó a Milán, a un encuentro con obreros metalúrgicos de la planta Ilva, donde un dirigente sindical expuso los problemas de los trabajadores, en esta cuarta revolución, bajo el régimen fabril de la industria 4.0. Por cierto, en Taormina, Sicilia, el G-7 acordó relanzar la bancarización digital de la economía y promover la producción basada en inteligencia artificial. La tendencia principal consiste en usar la automatización para quebrantar los sectores en que los trabajadores están más organizados y ofrecen mayor resistencia. Viene en camino una generación de robots antisindicalistas y esquiroles.
La página de Refundazione comunista señaló que a la orilla del mar, en el que mueren cada día cientos de migrantes, los reyes del siglo XXI celebraron un cónclave para lanzar nuevas exclusiones, construir nuevos muros y edificar nuevas cárceles. Trump se propone detener con barricadas a quienes tratan de huir de la guerra y el hambre. El padre-padrone impuso su ley y pareció preguntar: ¿quién osa imaginar un mundo donde los países gocen de autodeterminación?, ¿a quién se le ocurre vivir sin polución?, ¿en qué cabeza cabe terminar con la especulación financiera?, y ¿qué alma nostálgica cree que los trabajadores tienen derechos?. Según el editorial de Il Manifesto, Trump impuso su voluntad y los otros seis acataron seguirlo. La flota de las naciones más poderosas del mundo se hizo a la mar, la nave va, pero nadie sabe hacia dónde. Estados Unidos abandonó los acuerdos de París. Trump habló de la cattiva Alemania. Al terminar la cumbre, Angela Merkel expresó: Europa tendrá que acostumbrarse a vivir sin los anglosajones
. ¡Mama mía! Parece que viene una sucesión de guerras comerciales, afirma el diario fundado por Rossana Rossanda. Trump quiere extender su muro a los litorales del Mediterráneo: los tecnócratas del G7- calculan cuánto alambre de púas se necesita para contener la oleada migratoria, pero son incapaces de escuchar los lamentos del Egipto de Sisi, del turbulento Túnez, de la trágica guerra civil en Libia o a los sedientos campos de concentración de migrantes en Níger y Chad. Tal vez no hubo el sometimiento total del que habla el cotidiano comunista. La declaración final de la cumbre del G-7 muestra grietas considerables en ese espacio patronal-multinacional de negociación de los conflictos interimperialistas e intercapitalistas. En Taormina la izquierda italiana congregó una multitud que sitió la cumbre. Nadia Furnari (Assoziasione Antimafiosa Rita Atria) declaró: no es posible que siete estadistas decidan la vida de 7 mil millones de personas.