Los merengues conquistaron su duodécima orejona luego de arrollar 4-1 a Juventus
El triunfo de los españoles fue encabezado por Cristiano Ronaldo, quien anotó dos tantos
La escuadra italiana descontó por conducto de Mario Mandzukic, con un gol de antología
Domingo 4 de junio de 2017, p. a13
Cardiff.
El Real Madrid se llevó todo. En la final de la Liga de Campeones arrolló 4 a 1 a una Juventus que sólo le plantó cara durante la primera parte, para quedar después a merced de una máquina infalible, perfecta y eficiente. No sólo es el primer equipo que conquista dos veces seguidas el título europeo en esta era, sino además el más ganador al sumar la estrella 12 de la competencia.
Enfrente, tuvo a un conjunto italiano que tras un efímero empate 1-1, se desmoronó en la segunda parte ante el engranaje preciso que dirige el francés Zinedine Zidane, quien en año y medio al timón ya tiene un doblete.
Y cómo no ser imparable cuando se tiene a un ariete como Cristiano Ronaldo, una fuerza voraz que marcó un par de goles, el primero de ellos representó el número 500 del Real Madrid, que cerró la cuenta con 503 con las aportaciones del brasileño Casemiro y Marco Asensio.
Ese gol, el 500 merengue, llegó con una combinación que parecía ensayada como coreografía hasta perfeccionarla. Kroos se la pasó a Cristiano, éste cedió a Dani Carvajal para espantarse la marca como si fueran moscas, y una vez solo se la devolvieron para anotar con un mortífero y preciso remate a los 20 minutos de juego.
Hasta ese momento, Juventus parecía un rival en forma. La respuesta tardó poco en llegar, a los 27 minutos, empató de manera inspiradora, con el gol más bello del juego, que sería el empate efímero. La defensa madridista concedió todo y Mario Mandzukic lo firmó con una chilena que Keylor Navas no pudo atajar.
Derribó muro defensivo
El cuadro merengue no logró poner calma durante su ventaja y sudó más de lo necesario en la primera parte, donde la Vecchia Signora pudo contener a un rival que aún no despegaba.
Juventus enseñó el tamaño de su muro defensivo, descomu- nal y milimétricamente construido, y los blancos tuvieron problemas no sólo para llegar al área contraria, sino para progresar mínimamente en campo enemigo. Las tablas dejaban abierta la final para una segunda parte que prometía grandes emociones.
Y qué diferente fue lo que ocurrió en la segunda mitad. De repente, se vio a un Real Madrid muy reconocible, un equipo capaz de recuperar pronto el balón y de manejarlo con brillantez. Juventus comenzó a perseguir sombras, siempre llegando tarde.
El segundo gol merengue, a los 61 minutos, fue la consecuencia lógica de su juego. Casemiro vio la llegada de un balón volado y disparó desde fuera del área. Tuvo la fortuna de que la pelota pegó levemente en Khedira, lo que despistó a Buffon, quien sólo tocó el balón para sacarlo de la red.
Real Madrid marcó la diferencia porque quiso más. Tres minutos más tarde, en otro robo de balón, Modric progresó hasta la línea de fondo y sirvió para que Cristiano Ronaldo marcara con otro hábil remate.
Fue el decimosegundo tanto del portugués en esta Liga de Campeones, 10 de ellos a partir de cuartos. Y así alcanzó los 600 tantos en su carrera. Números para una leyenda.
Ahí estaba el equipo campeón de Europa. No sólo por su ya notable diferencia en el marcador, sino por su estética. Zidane ha construido un equipo de múltiples registros que llegó al final de temporada como un cañón y así lo demostró en el partido del año.
Juventus asistió en estado de shock a la exhibición blanca. En un solo partido, la final, recibió más goles que en todo el torneo. No supo cambiar de registro. Tenía un plan, defender y contratacar, y cuando el duelo exigió otra cosa no ofreció variantes. Cuadrado y Marchisio no aportaron nada, e incluso el colombiano se fue expulsado. El conjunto turinés sumó su séptima final perdida en Liga de Campeones. Tendrá que seguir esperando otro año para ganar este trofeo.
El duelo ya sólo quedó para anécdotas. Como la entrada de Bale en el campo a 14 minutos del final para jugar en su ciudad, la expulsión de Cuadrado y el último gol del Real Madrid en el descuento, obra de Marco Asensio tras una gran jugada de Marcelo. Así, con semejante autoridad, se coronó el Real Madrid como indiscutible rey de Europa.