Opinión
Ver día anteriorSábado 3 de junio de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudadanos sitiados
L

a Ciudad de México es (todavía) una bella urbe; está entre las más hermosas del mundo, llena de historia, formada por innumerables barrios y pueblos únicos, peculiares, ricos en arquitectura original y exclusiva, como el Centro Histórico, el Paseo de la Reforma, Mixcoac, Coyoacán o Tlalpan; cuenta con lugares únicos como Xochimilco o el santuario de Guadalupe, el más visitado del orbe.

Lamentablemente también es hoy un desastre: caótica, complicada, deformada por grandes construcciones que rompen su unidad estética y desplazan a sus habitantes y afean el paisaje urbano.

Nos sentimos aquí, a veces, como habitantes de una plaza sitiada, temblamos al pensar en la próxima ocurrencia del gobierno y sin dejar de organizarnos y denunciar los atropellos, somos testigos del gran deterioro de la capital. Salimos a la calle bajo nuestro propio riesgo, la seguridad brilla por su ausencia.

De primera fuente sé –como un ejemplo entre muchos– que en la colonia Condesa se han multiplicado los asaltos a transeúntes y los robos a casas en algunos casos con violencia.

La policía brilla por su ausencia, pero aparece de pronto, cuando no se le espera; hace unos días, dos patrullas y tres motociclistas detuvieron y llevaron ante la Fiscalía Especial de Delitos Ambientales a una persona mayor que arreglaba un arriate fuera de la casa de una vecina que lo contrató.

Conozco al trabajador, ha embellecido varias de las aceras de la colonia, siembra flores y plantas pequeñas a solicitud de los vecinos, con eso se gana la vida y suple en parte lo que no hacen las autoridades. Pues bien, lo detuvieron y lo acusaron de destruir un árbol; afortunadamente en la Procuraduría capitalina el fiscal actuó con prudencia y justicia, y lo liberó relativamente pronto, sin embargo para hacerlo la Ciudad tuvo que enviar y pagar a un perito para verificar lo que los policías podían haber visto sin necesidad de anteojos.

Algo anda mal; pienso que muchos policías preventivos cumplen cuotas de puestas a disposición, otros cuidan a los empleados de la empresa dueña de las arañas inmovilizadoras de automóviles mal estacionados o acompaña a otros trabajadores de otra compañía que tiene a su cargo las grúas, y con tantas responsabilidades descuidan la seguridad de las personas y de sus bienes.

Otro capítulo en el que nos sentimos atropellados es la disminución constante de áreas verdes y la tala de innumerables árboles. De eso se quejan habitantes de la colonia Doctores, que reclaman la remodelación del parque Artes Gráficas –único pulmón de la zona– que ha sido pretexto para derribar los más altos y hermosos especímenes; ante su queja, los responsables contestan que se trata sólo de árboles muertos o enfermos, y ellos son, sin derecho a réplica, los que deciden cuáles se talan; según los colonos, en lugar de respetar un área verde popular, concurrida por niños y jóvenes, aunque también por algunos viciosos, están transformándola en un espacio inhóspito.

Otro caso es el del parque Victoria ubicado en la colonia Villa de Cortés; fue cercado totalmente con el pretexto de que una empresa privada construirá, para su beneficio, un edificio de locales comerciales en el terreno que ocupa la estación del Metro.

Muchos vecinos protestaron, se reunieron con las autoridades del sistema de transporte y recordaron que ese jardín, además de ser un área verde importante en una zona habitacional, ha sido el paradero de las peregrinaciones a la Basílica de Guadalupe desde tiempo inmemorial.

Parece que a los promotores de la obra no les interesa ni el pulmón que representa el parque, ni el servicio que ha dado por años y quizá por siglos a los caminantes que viajan desde el sur del Valle de México; sólo les interesan sus planes y negocios.

La opinión de la población no cuenta. Pero cuidado, ya va a entrar en vigor la Constitución.