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Suficiencia y universalidad
E

l 22 de diciembre 2016, Enrique Peña Nieto aseguró que su gobierno trabaja en el objetivo central de asegurar que en las distintas unidades médicas haya las doctoras, doctores y enfermeras necesarias.

Mientras el doctor José Narro –apadrinando la iniciativa empresarial para promover buenos hábitos Movimiento por una Vida Saludable (Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas, Concamin, Antad, Bimbo, Coca-Cola, Sigma, Alsea y La Costeña)– afirmaba: cada quien debe hacer lo que le toca para mantenerse saludable; hay que celebrarla, ¡qué bueno que se está haciendo!; se está pensando de manera correcta, anticipando problemas, evitándolos, previniendo enfermedades (del corazón, infartos, hipertensión y diabetes) a través de la incorporación de la gente.

Poco antes, la Comisión de Alto Nivel sobre Empleo en el Ámbito de la Salud y Crecimiento Económico de la Organización de Naciones Unidas había previsto que, por el envejecimiento y las enfermedades no transmisibles, se generará una demanda mundial de 40 millones de nuevos profesionales sanitarios hasta 2030. Ello implica duplicar los actuales recursos. El grueso de los nuevos puestos se crearía en las economías más industrializadas. Pero, de no tomarse las medidas adecuadas, habría un déficit cercano a los 18 millones de profesionales de la salud.

Según Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante mucho tiempo los países han considerado que los profesionales sanitarios son tan sólo un gasto más que gestionar, no una inversión que triplica la rentabilidad en favor de la salud, el crecimiento económico y la seguridad sanitaria mundial. De inmediato recomendó estimular inversiones para la creación de empleos decentes en el sector, especialmente para mujeres y la juventud.

Sin embargo, al decir de la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), los problemas de salud que aquejan a trabajadores del clúster automotriz de Guanajuato: migraña, hipertensión y diabetes, generan a las empresas pérdidas hasta de 7.3 por ciento del valor agregado, derivados de su ausentismo-presentismo. El mayor impacto resulta de este último: de los que sí llegan a trabajar, pero en condiciones que no les permiten rendir al ciento por ciento. Si podemos reducir el impacto de esas enfermedades, la mejora en la rentabilidad de puede seguir subiendo, observa la AMIIF. Y las pérdidas podrían ser aún mayores para 2026: hasta de 8 por ciento del valor agregado, en trabajadores con edades promedio de entre 23 y 28 años.

Pero cómo reducirlo cuando, como también documenta la AMIIF, médicos, enfermeras y consultorios disponibles del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Guanajuato no son suficientes para ocuparse de los trabajadores del clúster. Existe severo déficit en infraestructura y personal, relacionado con las pérdidas que se generan por su ausentismo-presentismo. Para atenderlos: 40 mil trabajadores, el IMSS cuenta con 26 médicos. Menos de un médico por cada mil pacientes, mientras la OMS recomienda un promedio de dos a tres médicos por cada mil derechohabientes. Incluso, algunos consultores comunican que el número de doctores debería crecer cinco veces para poder atenderlos adecuadamente durante en los próximos 10 años. El déficit de enfermeras es mayor: apenas hay 1.9 por cada médico, cuando la OMS recomienda contar con tres.

Aún así, el doctor Narro reitera que, en los servicios médicos de primer contacto, seguimos con asuntos pendientes relacionados con el modelo de atención: la mejoría en la calidad depende de que haya mejor organización de los recursos existentes (21/9/16).

¿Cómo cuáles? El caso del IMSS resulta ilustrativo. Por primera vez en su larga y noble historia, se renovarán bienes de uso médico mediante contratos de arrendamiento. El modelo pretende emular la mejora en calidad que ha resultado del servicio de ambulancias. Ahora se trata de la –impugnada– licitación para rentar 650 camas de terapia intensiva durante ocho años.

En opinión, del director administrativo, David Palacios, se alcanzarían ahorros de entre 15 y 20 por ciento respecto de la erogación por adquirirlas; 270 nosocomios con áreas intensivistas disponen de 2 mil camas –con antigüedad promedio de siete años–, pero las 650 que se renovarán han estado en uso hasta 17 años. Hace dos años el IMSS adquirió las últimas camas. La licitación solicita a los proveedores servicio integral: cama, colchón, equipamiento necesario, funcionamiento garantizado y, en caso de descompostura, corregirla en ocho horas (zonas metropolitanas) y 24 en estados. Durante los ocho años del contrato, los colchones se repondrán en dos oportunidades.

Pero en enero 2017 la licitación fue impugnada. La empresa Vensi Ventajas en Servicios Integrales cobraría 217 millones de pesos por instalar las camas en 44 hospitales. La firma Sterile Health acusó al IMSS de exigir dos requisitos ajenos a los previstos para este tipo de camas por el Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud (Cenetec) que determina el Plan Maestro de Equipamiento para el Sector Salud. El asunto está ahora en manos del Órgano Interno de Control, conforme a las disposiciones de la Secretaría de la Función Pública.

Y ocurrirá lo mismo con los quirófanos. Ese arrendamiento incluirá: cama, lámparas, equipos de anestesia e insumos básicos para cirugías de rutina (no de alta especialidad). El proveedor garantizará el funcionamiento del área todos los días durante los ocho años del contrato.

Así, Peña, Narro y las autoridades del IMSS ostentan una suficiencia (de recursos humanos y materiales) fantástica e inexistente que compromete de raíz cualquier proyecto serio de universalidad de servicios: integral, resolutivo y con la calidad que reclama la ciudadanía del siglo XXI.

'*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco