A escondidas, burlando a la migra, Sulem Urbina cruzó con su familia la frontera de Estados Unidos. Tenía cinco años cuando dejó México, pero recuerda los hierbajos en los que se escondían durante aquella travesía. Y como todos los migrantes –dice– empezaron una nueva historia de trabajo y aspiraciones en Phoenix, Arizona, pero sin papeles. Nunca olvidó de dónde vino, ni las tradiciones ni la lengua que se esmeraron en conservar casi intacta, apenas un ligero matiz de la mezcla con el inglés de todos los días.

No hacía falta cuidar las raíces –cuenta–, porque en el entorno en el que creció siempre hubo oportunidad para que alguien se lo recordara. A los 16 años, cuando era colegiala, y ya metida en el boxeo, quiso participar en una competencia escolar. La contrincante, una joven estadunidense, no quiso enfrentarla. Dijo que ella no peleaba con mojadas, recuerda de manera muy vívida.

Sin visos de víctima

No tiene visos de víctima. Como muchos migrantes, es una vocera del orgullo de las raíces de un país al que no abandonan jamás, por eso el boxeo y su pasión por Frida Kahlo, dos símbolos con buena reputación.

El tema de la migración y las deportaciones es muy sensible para ella y su familia, fragmentada entre Phoenix y Sonora. Hace apenas una semana uno de sus hermanos fue deportado, lo detuvieron por circular sin una luz en su auto. Es el segundo, antes hicieron lo mismo a otro.

Mis padres están en proceso de conseguir papeles, porque mi hermano, quien era campeón juvenil de boxeo en Estados Unidos, fue asesinado, dice tras algunos titubeos. Alexis Urbina, su hermano menor, de 17 años, fue asesinado a golpes. Las autoridades dijeron que fue un intento de robo. La tragedia abrió la puerta para que, al menos, sus padres puedan vivir sin sobresaltos con la residencia legal.

Orgullosa de sus raíces, Urbina decidió defender los colores mexicanos sobre los estadunidensesFoto cortesía del CMB

El racismo se ha vuelto descarado, más visible, cuenta Sulem; hay más miedo en la comunidad, ya no ves mexicanos después de cierta hora, por el miedo a las deportaciones, pero también es cierto que ahora estamos más unidos.

Sulem no tuvo que elegir para qué país quería competir. Eligió defender los colores mexicanos en el deporte. Como amateur, sostuvo 87 combates y vivió un largo proceso para integrar la delegación tricolor en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Se quedó muy cerca. Dice que una injusticia le estropeó ese sueño.

Yo no me sentía a gusto entrenando en el Comité Olímpico Mexicano, cuenta; le pedí al presidente de la Federación Mexicana de Boxeo, Ricardo Contreras, que me diera permiso de entrenar en Phoenix, me faltaba una competencia para calificar. Firmamos un acuerdo, pero puso que me iba para estudiar, no que era un permiso, y le dieron mi lugar a otra peleadora.

Ahora es profesional, tiene cinco peleas y trabaja para ser tomada en cuenta en el futuro para disputar un campeonato mundial y anticipa: Como campeona mexicana, porque los mexicanos nacemos donde se nos da la gana y vivimos donde podemos.