Darío Verón ya está en el Olimpo auriazul
in memoria no hay historia ni grandeza. América, Pumas, Chivas y Cruz Azul, entre otros clubes, se equivocan al asegurar que lo más importante es la institución
y que los jugadores son aves de paso. El deporte es el Olimpo y la afición está ávida de ídolos, reclama, jornada a jornada, dioses para venerar.
Darío Verón y Alejandro Palacios se convirtieron en los chivos expiatorios de una mala gestión. Si bien el técnico Francisco Palencia hizo un trabajo aceptable en el torneo de su debut, la directiva encabezada por Rodrigo Ares, economista egresado del ITAM, lejos de enriquecer al plantel, lo desmanteló. En el Clausura 2017 Pumas fue el más goleado y sin pudor el club decidió inmolar a Verón y a Palacios.
A ningún fanático auriazul le agradó la salida de Ismael Sosa, ídolo en ciernes. Tiene rato que las finanzas no andan bien en el club, les urgía dinero y lo transfirieron a Tigres. La venta de Luis Fuentes se hizo cuando aún no había un lateral izquierdo para suplirlo, Pablo Barrera se lesionó y todo se estropeó.
En una plantilla los de mayor experiencia cargan con más responsabilidad, son los encargados de encaminar a los más jóvenes; Verón y Palacios, con trayectoria de 14 años cada uno, cumplían esa función. Aquí el novicio es Palencia, quien no supo conquistarlos para su causa.
Verón es sinónimo de la reciente época gloriosa de Pumas, es sin discusión su último baluarte y de forma burda lo encaminaron hacia la salida ofreciéndole un homenaje de consolación que, desde luego, rechazó. La directiva tenía que cobijarlo tal cual Atlas hace con Rafael Márquez, quien casi ya no juega, pero ahí sigue, en un lugar preponderante: el altar rojinegro.
Muchas goyas para el portero Alejandro Pikolín Palacios, quien se fatigó de ir tras una directiva esquiva, entendió que no iban a renovarle contrato. Para él no hubo oferta de despedida, pero, ingenioso, se regaló un merecido, vibrante y espontáneo adiós en el último partido contra Puebla. Pumas pierde a un jugador ejemplar, titulado como abogado en la propia UNAM.
Los desaires no son novedad, Claudio Suárez padeció hace casi una década la desmemoria del equipo del Pedregal. Ilusionado se acercó a Mario Trejo para decirle que quería retirarse con la playera que lo vio nacer, porque el primer amor es el que deja huella más honda. Trejo se rió, me dijo que no había cupo para mi regreso
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Suárez le sugirió entonces un partido de despedida, Trejo –más risas– se burló: ¡Ni a Hugo Sánchez... Aquí no hacemos homenajes!
El Emperador, hombre histórico del Tri, buscó a Javier Aguirre, quería el juego del adiós; el Vasco le dijo sí, pero nunca cuándo. Chivas incluyó en su contrato una cláusula para realizarle un juego de despedida… que nunca llegó.
Verón, paraguayo naturalizado mexicano, sabe que no necesita honras ni distinciones, ya está en el Olimpo imaginario de la comunidad auriazul y a sus casi 38 años sus piernas le dictarán el momento justo del retiro. El zaguero tiene mucho que contar de esta historia y del polémico tuit que cada quien interpretó como le vino en gana.
La afición del América, en su momento, suplió la actitud omisa del club y le dio una emotiva y fervorosa despedida a Cuauhtémoc Blanco en enero de 2015. A la gente no le importó que su máximo ídolo estuviera pasado de peso, más encorvado o que trajera encima la playera del Puebla... El homenaje oficial del club llegó un año después.
¿Quién recuerda al último ídolo de Chivas?, ¿es el Chicharito Hernández, Oswaldo Sánchez, el Bofo Bautista…? La Máquina se aferra al Chaco Giménez, pero repelió a sus máximos canteranos Óscar Pérez, el mismo Palencia y Carlos Hermosillo. No sólo los cetros adornan las vitrinas, también las figuras tienen un lugar relevante.
Tigres trae un aura de bicampeón. La zarandeada que le dio Pachuca al vencerlo en la Concachampions tocó fibras profundas que desataron el orgullo y coraje de los dirigidos por el Tuca Ferretti, con André Pierre Gignac a la cabeza. Toluca es un mar de dudas y se ve difícil que trascienda en el torneo de su centenario... A pesar de la gallardía y enjundia de Lobos BUAP, los Dorados siguen con la etiqueta de favoritos al ascenso.