Sociedad y Justicia
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Con sus sueños truncados, ahora luchan por sobrevivir en albergues o en la calle

Violentadas de todas las formas, sus hijos las impulsan para seguir

Sufren discriminación de género, por drogarse o ser indígenas, señala activista de El Caracol

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En México, 60 por ciento de las mujeres que se refugian en albergues se van con la visión de ya no volver a la violencia, pero el 40 por ciento restante se junta con otra pareja, y su vida va a ser igual, destaca Luis Enrique Hernández, director de El Caracol. La imagen, el la playa Tamarindo, de Acapulco, GuerreroFoto Cuartoscuro
 
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de mayo de 2017, p. 34

Son mujeres que por distintos tipos de violencia tuvieron que abandonar sus hogares, y algunas refugiarse en las calles o albergues. Aunque su futuro es incierto porque no tienen una red de apoyo familiar o institucional, sus hijos les dan impulso para tratar de encontrar una mejor vida.

Así lo consideran Maricarmen Zamora Sierra, religiosa de la orden Esclavas de la Virgen Dolorosa, una de las encargadas de la Casa Hogar para Madres Solteras AC, y Luis Enrique Hernández, director de El Caracol, organización que atiende a personas en situación de calle.

En entrevista, Zamora Sierra afirma que las condiciones de algunas mujeres son muy tristes. Vienen por el embarazo; no pueden continuar sus estudios porque no tienen ayuda de la pareja y menos de la familia. Son golpeadas por el chico y no pueden vivir con él. O fueron violentadas de todas las formas: física, verbal, e incluso hemos tenido jóvenes que han sido violadas por el mismo papá.

De igual forma sucede con las que están en población de calle, dijo Hernández, quien añadió que ellas además sufren diferentes tipos de discriminación: por su condición de género, ser drogadictas o por ser indígenas. Pero también padecen violencia no sólo sexual, sino sicológica, pues hay una representación muy negativa hacia ellas; se les considera malas madres.

No obstante su situación, consideró que tienen derecho a tener una familia, y a pesar de que hacen un esfuerzo grande para mejorar a la hora de pedir ayuda, como becas, se pone difícil, pues les exigen documentos que no tienen.

Para ambos, el futuro de estas mujeres es incierto, porque tienen la esperanza de que su familia las reciba de nuevo, y conociendo la experiencia que llevamos en la Casa Hogar, así no funciona. Ellas tienen que caer en la cuenta de que deben hacer su vida independiente, dijo Zamora Sierra.

Señaló que 60 por ciento de las que han vivido en el albergue se van con la visión de ya no volver a la violencia, pero 40 restante se junta con otra pareja, y su vida va a ser igual.

Ambos demandaron que se desarrollen programas específicos para ellas, reconociendo esta complejidad que viven.

Chío forma parte de la población de calle: es de Morelos y tiene 33 años. A los 12 se fue de su casa porque su mamá le pegaba. Ahora tiene tres hijos: Esmeralda Guadalupe, de 14 años; José Manuel, de 3, y Adonay, que está por cumplir un año. Sólo el más pequeño vive con ella, su hija está con su abuela y el niño con su padre.

En entrevista en las instalaciones de El Caracol narró que dejó a su hija por la droga, y mi otro niño yo no lo abandoné, aunque dice la familia del papá que sí. Simplemente ya no quise regresar porque tuve un fuerte problema con él.

Ahora, señala, si no tengo a mis dos hijos, tengo a Adoney, él me da motivos para que agarre fuerzas para no drogarme y para que no me lo vayan a quitar.

Jessica, de 28 años, vive en la Casa Hogar para Madres Solteras AC. Llegó a este lugar hace casi dos años, con su bebé recién nacida, Natalia. Antes de su embarazo trabajaba y también estudiaba arquitectura en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco.

Sin embargo, la falta de apoyo de su pareja, quien no quiere hijos, y de su familia, que le reprochó su embarazo, ser una malagradecida y truncar su vida tras los esfuerzos que ellos hicieron, decidió abandonarlo todo. Ahora aunque le gustaría retomar sus estudios y ser una arquitecta exitosas, sabe que los planes son otros. Ahorro para ponerme un negocio. Tengo que buscar estabilidad económica y familiar.

Aunque afirma que Natalia no necesariamente es su única razón para salir adelante, ha sido ella la que la ayudó a levantarse todos los días durante la depresión que sufrió durante ocho meses después de dar a luz. Cuando estás muy triste se acercan y te abrazan. Eso te mueve más que otras situaciones en la vida.