Nathalie Tahhan estudió en Londres y Doha; trabaja en un taller familiar
Martes 9 de mayo de 2017, p. a11
Jerusalén.
A simple vista parecen los bordados tradicionales que adornan los vestidos de fiesta y otros trajes palestinos. Sin embargo, no hay ninguno en las creaciones de Natalie Tahhan, quien ha rejuvenecido la costura palestina mediante su computadora.
En su pequeño taller de Jerusalén, en el que trabaja sola, no hay puntos de cruz ni largas horas de minucioso bordado, sino una laptop y un par de tijeras.
Las capas de esta joven diseñadora de cabello largo y oscuro, están hechas sobre tejidos impresos, cuyos motivos geométricos, diseñados en pantalla, reproducen los motivos típicos del bordado palestino.
Prendas y personalidades
Quería hacer algo nuevo, moderno, nunca visto en el mercado
, explica esta joven de 27 años en la vivienda familiar del barrio de Ras al-Amud, donde los palestinos esperan instalar la capital del Estado al que aspiran.
No muy lejos de allí, como para recordar el bloqueo en que se encuentra atascada la paz desde hace años, un barrio de colonización israelí está reduciendo la parte oriental de la Ciudad Santa, ocupada por el Estado hebreo desde hace 50 años. Hace siglos que los palestinos bordan minuciosamente sus hábitos tradicionales, generalmente largos y negros, ornamentados con bordados rojos, lo que todavía hoy se ve en zonas rurales o en ceremonias matrimoniales.
Todos los motivos, variados dependiendo de la ciudad, tienen un significado. Mediante los colores y el diseño se puede saber el origen de la mujer que los lleva y si está casada o es soltera
, cuenta Tahhan, quien estudió en Londres y Doha.
Estos bordados son parte de la identidad
de los palestinos y la prueba de nuestra existencia en cada ciudad y pueblo palestino
, pues bastantes de estas localidades ahora forman parte de Israel, afirmó Maha Saca, quien dirige el Palestine Heritage Center de Belén, en la Cisjordania ocupada.
Actualizarlos mezclando motivos palestinos y cortes modernos, está muy bien y es muy importante
, continua Saca, quien lucha para que los bordados se incluyan en los uniformes escolares en nombre de la conservación del patrimonio nacional. Muchas jóvenes creadoras están renovando el estilo de estos vestidos para que las nuevas generaciones luzcan los trajes de sus abuelas, cada vez más olvidados en la vida diaria. Sin embargo, Natalie Tahhan es una de las pocas que lo hace en Jerusalén y la única que ha abandonado la labor del bordado.
A falta de imprenta en los territorios palestinos ocupados, obtiene sus tejidos impresos de Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos.
Llegan a su casa vía Doha y Ammán, un corredor generalmente usado para enviar bienes a Jerusalén, y eludir así la ausencia de transferencias directas de los países del Golfo a Israel. La primera colección de Natalie Tahhan se compuso de cinco modelos de capas de satén en blanco, negro o violeta y revestidas de motivos geométricos de colores relucientes.
En menos de tres meses se vendió toda la colección, principalmente en los países de Golfo, a 550 dólares cada pieza.