on los tratados de libre comercio, México pasó a ser de las economías más abiertas del mundo. En 1993 dicha apertura, representada por la suma de exportaciones e importaciones en relación con el PIB, representaba 25.9 por ciento. En 2016 dicha relación pasó a ser de 78.1 por ciento, lo que la coloca en un contexto de alta vulnerabilidad en torno al acontecer de la economía de Estados Unidos (EU), que es su principal socio comercial. La apertura comercial de EU en 2015 es sólo de 28.5 por ciento, lo que refleja que es una economía mucho más cerrada que la nuestra.
La economía mexicana desde hace décadas ha estado sujeta al precio internacional del petróleo, como a sus exportaciones, y a la entrada de capitales, que tienen su incidencia en las finanzas públicas, como en el sector externo y en el tipo de cambio.
Los altos precios internacionales del petróleo, así como la entrada de capitales, apreciaron el tipo de cambio por mucho tiempo, y para que ello no redujera la competitividad, ha ido acompañado de una fuerte reducción de los salarios. Ello, junto a la política de austeridad fiscal, ha restringido el crecimiento del mercado interno, llevando a la economía nacional a depender de las exportaciones como de la entrada de capitales.
En 2011, 2012 y 2013 el precio del barril del crudo mexicano estaba alrededor de 100 dólares, y desde 2014 se viene reduciendo dicho precio, promediando en 2016, 38.48 dólares el barril. Ello, junto con la caída de las exportaciones y de la entrada de capitales, ha devaluado al peso, incrementado las presiones sobre las finanzas públicas y sobre el sector externo, evidenciando que no se cuenta con condiciones internas para mantener la estabilidad cambiaria, ni para asegurar los equilibrios macroeconómicos, ni para configurar condiciones de crecimiento. Se destaca el papel positivo que deja de tener el sector petrolero en las finanzas públicas y en el sector externo.
En 2013 los ingresos petroleros daban cuenta de 33.2 por ciento del total de los ingresos del sector público y en 2016 sólo pasaron a representar 16.3 por ciento, incrementando ello el déficit fiscal. Asimismo, después de haber tenido un superávit petrolero de 12 mil millones de dólares en 2012, dicho sector pasó a tener un déficit de 12 mil 800 millones de dólares en 2016, incrementando ello el déficit de comercio exterior total.
Ahora, ante las perspectivas proteccionistas del gobierno de Estados Unidos, se afectarán seriamente las exportaciones. En 2015 las exportaciones de México hacia EU representaban 81.1 por ciento del total exportado, las cuales equivalen a 31 por ciento del PIB de nuestro país. Las exportaciones del sector primario (agricultura, ganadería, forestal y pesca) en 2012 representaban 37.2 por ciento de la demanda final.
Cualquier disminución de las exportaciones, manufactureras y agropecuarias, pasará a afectar seriamente a la economía nacional y el problema es que el gobierno confía en que obtendrá buenos resultados en las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Donald Trump sigue reiterando que se negoció mal para su país y que replanteará dicho tratado para incrementar exportaciones y reducir importaciones, dado de que parte de que su país es primero, a diferencia de México, donde se postula que con el TLCAN todos ganan.
Si EU va a las negociaciones en la perspectiva de incrementar sus exportaciones y disminuir importaciones, México perderá, lo que contraerá la producción nacional, aumentará el desempleo y se incrementarán las presiones sobre el sector externo, y el gobierno no tiene en mente política económica alguna para contrarrestar tal situación.
El banco central aumenta la tasa de interés para atraer capital especulativo, a costa de alejar las perspectivas de crecimiento de inversión para encarar los problemas estructurales que están detrás del déficit de comercio exterior. El mismo impacto genera la política de recortes presupuestales que restringen el gasto e inversión pública para obtener superávit fiscal. La inversión pública en relación con el PIB en 2008 fue de 4.9 por ciento y en 2016 de sólo 1.8 por ciento, lo que se traduce en mayor privatización de la infraestructura, de los sectores estratégicos y en menor crecimiento de la capacidad productiva que nos condena al atraso y nos coloca en un contexto de mayor fragilidad frente al exterior, y con mucha menos capacidad para encarar la mayor caída de las exportaciones que se avecina.
El gobierno mexicano debe partir en la renegociación con la mentalidad de the mexican economy first (primero la economia mexicana), y si no lo logra, es mejor dejar el TLCAN e instrumentar políticas proteccionistas, como hará EU. Las importaciones representan 40 por ciento del PIB, lo que constituye un gran potencial para crecer en torno a sustituir importaciones, como se hizo desde 1947 hasta 1981, cuando la economía creció a 6.2 por ciento promedio anual.
*División de Estudios de Posgrado. Facultad de Economía, UNAM.