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Cuatro escritores conversaron ayer sobre la trascendencia de la novela de García Márquez

Conmemora la UNAM medio siglo de Cien años de soledad

Nos devolvió la capacidad poética e infantil del asombro ante la vida cotidiana, apuntó el ensayista Gonzalo Celorio

Sergio Ramírez, Santiago Gamboa y Rosa Beltrán también participaron en ese acto

Cambió la forma de concebir el mundo literario, según la narradora

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Santiago Gamboa, Sergio Ramírez, Rosa Beltrán y Gonzalo Celorio, ayer en la sala NezahualcóyotlFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Domingo 23 de abril de 2017, p. 2

Cincuenta años después de la publicación de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez (1927-2014), escritores como Sergio Ramírez, Gonzalo Celorio, Santiago Gamboa y Rosa Beltrán conversaron ayer en torno a la novela hispanoamericana que cambió la forma de escribir y concebir el mundo literario.

Los participantes en el conversatorio compartieron sus impresiones sobre el libro, en el cual García Márquez relata el origen, evolución y decadencia de Macondo, así como la vida de los Buendía, el cual fue fuente de inspración para otros escritores.

El acto Celebración: 50 años de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez se realizó en la sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario como parte de la Fiesta del Libro y la Rosa, que organiza la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El escritor nicaragüense sostuvo que el Premio Nobel de Literatura refleja la vida caribeña, donde sucede cualquier cosa y se calumnia a todo mundo. Por ejemplo de que la locación de la novela es el Caribe, Ramírez mencionó el diluvio bíblico que azota Macondo.

Para mí, García Márquez era verdaderamente un escritor caribeño; aquí el asunto no es geográfico, sino cultural, expresó Ramírez, quien también nombró como autores caribeños a Alejo Carpentier (1904-1980) y a Carlos Fuentes (1928-2012).

El escritor nicaragüense dijo que en América Latina hay pocos autores considerados por el público “pop stars”, entre ellos mencionó a García Márquez, a Rubén Darío y a Pablo Neruda, quienes en diversas ocasiones fueron vitoreados por multitudes.

Su función épica

Gonzalo Celorio compartió que Gabo fue muy querido; con él, apuntó, la literatura latinoamericana cumple un papel que no había desarrollado totalmente a lo largo de su historia: la función épica que subyace en la novela moderna; la epopeya de un mundo abandonado por los dioses y que en nuestro continente novelas y novelistas no se había ejercido con plenitud antes del siglo XX, sólo en las crónicas de la Conquista.

Añadió que en Cien años de soledad, Gabo organiza nuestra más amplia y profunda realidad, la que se remonta a nuestros mitos fundacionales y la que explica la esencia de nuestras luchas libertarias y de nuestras grandes condiciones sociales.

No lo hace reproduciendo la microhistoria, sino creando una población emblemática que avisora todos nuestros elementos que han constituido la historia de nuestro continente, y que nos hace partícipes de la cultura universal.

Celorio explicó que después de leer la novela de García Márquez tuvo la certidumbre de que el mundo creado por el autor era más nuestro que en el que vivíamos cotidianamente. “En él estaban plasmadas nuestras historias y nuestras ensoñaciones más recurrentes. Cien años de soledad pasó de los estudiantes universitarios y sus profesores al lector común, y fue leída por las secretarias, los oficinistas, las amas de casas, los dentistas, y por aquellos que nunca habían leído un libro en su vida, y después de Cien años de soledad se volvieron lectores”.

Gonzalo Celorio expresó que García Márquez nos hizo ciudadanos de Macondo y nos modificó como lectores, y de la misma manera que cambió con su portentosa imaginación nuestra percepción de la realidad, nos devolvió la capacidad poética e infantil del asombro ante la vida cotidiana.

Sagrado

Para el colombiano Santiago Gamboa, la novela de García Márquez fue un libro sagrado para cuatro generaciones consecutivas; una obra maestra universal que nadie se atrevió a poner en duda, pues, más que ser influenciado, ella sentaba al lector en el banquillo.

Gamboa, quien leyó Cien años de soledad a la edad de 12 años, recordó que fue una lectura placentera y nerviosa, pues sabía que era demasiado niño para leerla, luego volvió a leerla a los 21 años, y una tercera vez a los 40. Siempre me deslumbró, siempre encontré cosas nuevas. La lectura se hacía más profunda e intensa.

Toral

En el conversatorio, al que no pudo asistir la escritora Elena Poniatowska, Rosa Beltrán consideró la obra de García Márquez como un libro toral no sólo para América, sino para la lengua española, que cambió la forma de concebir el mundo literario, el estilo y la manera de narrar.

Como parte del acto se proyectó un video que se realizó en 2007 con motivo de los 40 años de la publicación de Cien años de soledad, donde figuras como Carlos Monsiváis, José María Pérez Gay, Claudio Isaac y David Martín del Campo se refieren a la novela del escritor colombiano.