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Puntos sobre las íes

Recuerdos Empresarios (LI)

V

iento en popa…

Así íbamos en lo relativo al festival en honor de don Fermín Espinosa Armillita y la develación de su hermosa escultura de gran maestro de la vida y de los ruedos, y máxime con el ofrecimiento del licenciado Manuel Jiménez San Pedro –en aquel entonces delegado en Benito Juárez– de echarnos una manita con los impuestos.

Todo lo demás –creíamos– estaba ya arreglado, pero faltaban mil y un detalles: relación de invitados de honor, relación de familiares del Maestro, relación de sus amigos más queridos, relación de funcionarios del DF, así como el locutor-animador que llevaría la voz cantante, los arreglos florales para el ruedo y, a sugerencia de Lalo, palomas que serían liberadas al iniciarse el paseíllo, tras del desfile de un conjunto de charros.

Días más tarde, el llamado de la secretaria del licenciado Jiménez San Pedro para que nos presentáramos al día siguiente a las 4 de la tarde, cita a la que llegamos más puestos que un calcetín.

Todo fue mejor de lo esperado, ya que mi buen amigo nos dijo que una vez que se documentaran todos los gastos, la –por llamarla de alguna manera– utilidad debería ser entregada al Banco de México que, a su vez, la canalizaría a la Secretaría de Salubridad y, además, que representantes de la delegación supervisarían las taquillas para dar fe de lo recaudado para absoluta transparencia y que deberíamos entregar, en calidad de responsables, al banco.

¿Qué más podía pedirse?

Desde luego, la fecha.

Corría el año 1973 y se nos ocurrió que el mejor día sería el 20 de noviembre, así que el terceto se acercó al entonces gerente del coso, Javier Garfias de los Santos, quien nos dijo que, sintiéndolo mucho, no sería posible porque lo tenía ya programado, que pensáramos en otro y que, obviamente, no fuera domingo.

Otro pinchazo más del potosino, ya que, tal como lo he comentado, no fue considerado parte del grupo organizador, pues debido al protocolo nos habíamos acercado con don Antonio Cosío, propietario de la plaza, quien aplaudió la idea, ofreciéndonos, además, su valiosa ayuda en caso de necesitarla.

Lalo, Bernardo y yo –bien lo recuerdo– nos fuimos a las oficinas de mi tan adorado como bien recordado El Redondel, conscientes de que Javier continuaría poniéndonos trancas tras trancas y que deberíamos encontrar forma y manera de solucionar tal estado de cosas.

Los dizque Mosqueteros le dimos mil y una vueltas a varias posibilidades, entre ellas, hablar con el señor Cosío, volver a recurrir al licenciado San Pedro, informar a don Antonio Ariza y pedir cita con el licenciado Carlos Orozco, segundo de a bordo del licenciado Alberto Bailleres, y cuando estábamos a punto de hacerlo, acordamos que lo mejor sería hablar con Carlos González, quien estaba ya colaborando con Garfias en calidad de subgerente o algo similar.

Yo lo conocía de años atrás, cuando militaba en las filas de Leodegario Hernández, así que nos reunimos a comer y cuando lo enteramos de la situación, más o menos nos dijo: “Chispas, no puedo enfrentarme con Garfias, y menos ‘irle con el chisme’ a Carlos Orozco, pero sí les sugiero que manden una carta a Garfias en la cual le soliciten su cooperación, con copia al licenciado Bailleres y a Carlos Orozco, quienes de seguro no saben una palabra de esto”.

Y dicho y hecho.

El trío de tres, personalmente las entregó en las oficinas de Garfias, sitas en las calles de Berlín, y en las del licenciado Bailleres y Carlos Orozco, en Paseo de la Reforma, y dos o tres días más tarde, el telefonazo de Carlos González, con la atenta invitación de acudir a conversar con Javier Garfias.

Y lo de siempre…

“No sé qué ha pasado, ya que hablando se entiende la gente, y no tiene caso que por un mal entendido perdamos la amistad de tantos años…”

Lalo, que para eso de dar coba se las sabía de todas, todas, le dijo: Mira, Javier, tienes razón, y si algo necesitamos es tu ayuda para que el festival en honor de Fermín sea todo un éxito.

–Cuenten con ella, no faltaba más –respondió.

Abrazos, apretones de manos y sonrisas a tutiplén.

(Continuará)

(AAB)