n política, las casualidades no existen, reza el refrán. Existe, sí, la sincronicidad. La señal política del encuentro entre el clero del estado de México con el presidente en Los Pinos es poco saludable para la democracia. Augura un posicionamiento eclesial anticlimático de cara a las elecciones mexiquenses. En muy mal momento y con poco tacto los obispos mexiquenses decidieron reunirse con el presidente Enrique Peña a tan sólo unas semanas de una elección tan polémica como la que se realiza en esa entidad. Sobre todo por la pérdida de decoro del gobierno federal de entrar con todo para favorecer a su candidato y está amagando con intervenir en una indeseable elección de Estado.
La relación en la contienda electoral entre la política y la religión está muy cerrada, porque la católica Josefina Vázquez Mota tiene muchos reconocimientos entre los obispos mexicanos. Aún recordamos las computadoras personales que les regaló hace años. Pero Delfina Gómez no se queda atrás en las simpatías de algunos obispos, ya que fue una comprometida catequista. Y Juan Zepeda tampoco, al parecer tiene un paso por el seminario. Quizá el más lejano a la Iglesia sea Alfredo del Mazo. ¿Por ello se justifica la intervención del Ejecutivo?
Los hechos. El pasado jueves 30 de marzo, en Los Pinos se efectuó una reunión atípica entre los 14 obispos mexiquenses y el Presidente. ¿Por qué ahora a sólo dos meses de la elección a gobernador? En contrapartida, ¿cuál es el mensaje que quiere dar el mandatario al reunirse con los prelados? La cita se dio un día después de que los obispos mexiquenses emitieron un pronunciamiento bastante genérico y soso en torno a la elección que se celebrará en la entidad; en él demandaron transparencia y honestidad de los candidatos. También reconocieron hartazgo en la sociedad e hicieron un llamado a los contendientes a ser más sensibles ante las demandas de la ciudadanía. Las diferentes crónicas de la comida, entre ellas la de Álvaro Delgado, de Proceso, señalan que el Presidente buscó el apoyo de la Iglesia para su candidato, Alfredo del Mazo. ¿Para qué otra razón Roberto Herrera –operador eclesial del presidente– los invitaría a comer? Además de la demanda de apoyo eclesial en la contienda electoral mexiquense, resalta la reaparición pública del nuevo cardenal Carlos Aguiar Retes, serio aspirante a llegar al arzobispado primado de México, luego de la inminente renuncia del cardenal Norberto Rivera.
Este domingo en Tlalnepantla el cardenal mexiquense reconoció, después de la misa, que fue una reunión cordial; las cosas están en muy buenos términos con el presidente Enrique Peña Nieto
. Aguiar Retes se ha distinguido por su pragmatismo político. Parecía cercano al PAN en tiempos de Felipe Calderón, incluso participó en reuniones internacionales de organismos afines al Yunque. Aún se recuerda su primera aparición en la arquidiócesis de Tlalnepantla a bordo de un BMW descapotable, propiedad de un panista devoto. Sin embargo, Carlos Aguiar se dejó consentir por la lógica política del grupo Atlacomulco, cuya doctrina desde Isidro Favela es contar políticamente con la bendición eclesiástica para fortalecer sus iniciativas y favorecer la gobernabilidad en la entidad. De hecho, el obispo Arturo Vélez Martínez, miembro consanguíneo de ese grupo, estuvo al frente de la diócesis de Toluca de 1951 a 1981. Aguiar, siendo arzobispo de Tlalnepantla, mantuvo, desde el inicio, una estrecha colaboración con el entonces gobernador Peña Nieto, al grado de que lo apoyó en su primer gran acto de destape como precandidato a la Presidencia de la República. Lo llevó a Roma junto con su novia Angélica Rivera para presentarle al papa Benedicto XVI bajo los intensos reflectores de Televisa. Como presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (2006-2012) Carlos Aguiar fraguó la reforma al artículo 24 constitucional sobre la libertad religiosa introducida en la Cámara de Diputados en diciembre de 2011. Contó con el apoyo decidido del candidato del PRI a la Presidencia, Enrique Peña. En la versión original de la iniciativa constitucional presentada por el diputado priísta López Pescador venía la intervención plena de la Iglesia católica en las escuelas públicas para otorgar catecismo, así como poseer medios de comunicación y reconocía una amplia participación política de los actores religiosos, aun en tiempos electorales. La iniciativa fue matizada y reformulada hasta la versión constitucional actual, vigente desde 2013. Sobre Aguiar pesa también una extraña relación con la maestra Elba Esther Gordillo y una tentativa de formar una fundación educativa. Cabe destacar la cercanía y estrecha amistad que guarda con el papa Francisco. Han colaborado en iniciativas latinoamericanas, en especial los dos fueron redactores del importante documento de Aparecida en 2005. Pese a sus buenas intenciones, Carlos Aguiar es un príncipe de la Iglesia
, que tanto critica Francisco. Cabe resaltar los silencios no sólo de Carlos Aguiar, sino de casi todos los obispos mexiquenses, exceptuando a monseñor Francisco Javier Chavolla, de Toluca, en la coyuntura de reproches eclesiales a propósito de la iniciativa presidencial sobre los matrimonios igualitarios. Finalmente, Carlos Aguiar es un hombre de aparato más que pastor. Ahora reaparece en un momento de encrucijadas políticas en la entidad mexiquense y su apuesta por el PRI y Alfredo del Mazo tendrá consecuencias en su futuro inmediato.
Pero Aguiar no es el único que goza de los favores del aparato político de la entidad. De hecho, todos los obispos tienen un trato preferencial. Algunos más que otros, como Onésimo Cepeda, quien fue uno de los consentidos del sistema y del grupo, recordemos que cuando enfermaba, disponía de helicóptero para desplazarse a sus consultas médicas. Sería largo relatar el priísmo de varios obispos, como el de Cuautitlán, Guillermo Ortiz Mondragón, y de monseñor Víctor René Rodríguez, quien llegó a declarar que Peña Nieto era el mejor gobernador de México. En todo caso veremos cómo se desarrolla la disputa por los actores religiosos. Y cómo los religiosos disputan los actores políticos. Ya la arquidiócesis de México presenta un flanco opositor no sólo a Del Mazo, sino al propio Peña. Aquí, tanto el gobierno como Aguiar Retes han dado un paso, el PRI no quiere repetir el error de las elecciones junio de 2016 en las que perdió por su propio desgaste, pero que quisieron justificar por la lejanía del PRI con la Iglesia católica que el presidente Peña propició con la iniciativa en favor de los matrimonios igualitarios. Estaremos atentos.