Villahermosa
l campus principal de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), enclavado en una península de la ciudad de Villahermosa y rodeado por la Laguna de las Ilusiones, es en verdad sorprendente. El entorno urbano de la institución y los bellísimos remanentes de una laguna que logró sobrevivir a los embates de la ciudad establecen un binomio muy cercano al prodigio, que nos recibe y cautiva en un instante.
Tratando de proteger y disculpar los excesos de nuestra emoción, mi subconsciente y yo le decimos a Dalila Rueda, directora de la fundación UJAT, que estos paisajes no son muy comunes por nuestros rumbos. Ella sonríe ante nuestro aturdimiento y nos dice que desde el quinto piso del Centro Internacional de Vinculación y Enseñanza se ve mejor. Subimos. La tarde del 15 de marzo nos estalla en los ojos.
Media hora después, los asistentes a la presentación del Atlas del jazz en México empiezan a llenar el aula magna; Norma Cárdenas, responsable directa de esa actividad, no oculta su satisfacción ante el poder de convocatoria. El público sigue llegando y alguien ordena que traigan las sillas de las oficinas cercanas, pero como éstas no alcanzan, se recurre a los sillones triples esparcidos por todo el primer piso.
El trío de Vicente Luna entra en escena con Ximena, samba contemporáneo y enérgico, y La iglesia Torre Fuerte, de aromas latinos, ambas composiciones del maestro Luna, pianista fuera de serie que conduce, improvisa y sonríe. El bajo eléctrico de Samuel Piña y la batería de Virgilio Zaldívar igual dialogan con soltura y autoridad. Todo mundo se prende y palmea y aplaude.
Norma, Vicente y yo nos sentamos para presentar el Atlas, con temor de que nos bajen a sombrerazos, pues el público todavía está vibrando con los dos temas previos, pero todo fluye bien y de buenas. Norma hace las presentaciones y menciona a un club de jazz tabasqueño con el nombre de Enrique Nery. Vicente habla de Chilo Morán, de Ponchito Martínez y de sus inicios con la música de Chopin, del jazz contemporáneo; insiste en el gusto de compartir todo esto con los alumnos de educación y arte de la universidad. Yo me refiero a los alcances de este libro a lo largo y ancho del país. No hay muchas preguntas. Regresa la música.
Gabriel Lastra toma el lugar de Zaldívar en la batería para que el trío reaparezca con algo de Joey Calderazzo, y con un impresionante arreglo a Manhã de carnaval, el bello y sencillérrimo tema de Luiz Bonfá, que de Chet Atkins a Earl Klugh (o de Frank Sinatra a Los Auténticos Decadentes) ha tenido cientos de lecturas, pero que con estos jazzistas tabasqueños recoge aristas realmente diferentes. Los tres rediseñan, motu proprio, con elegante intensidad, una pieza revisada y vuelta a revisar.
El asombro y la admiración siguen documentándose cuando preguntamos cuál de los dos era el baterista oficial
del trío y nos responden que ninguno, que el baterista de Vicente Luna, Jonathan Amábilis, no estaba presente y que Zaldívar y Lastra entraron al quite en el último momento. Algo muy importante está sucediendo en el jazz de este país.
El turno llegó entonces para las nuevas generaciones. Primero subió Chaco Project, trío de poder que mostró buen funk-jazz con una estupenda guitarra al frente, un buen baterista y un pianista firme y propositivo que tocaba el bajo con la mano izquierda. Después, el turno fue para cinco elementos de la Big Band Juchiman, orquesta de 19 chavales que tocan juntos desde hace cuatro meses bajo la dirección de Samuel Piña. Aquí mostraron buenas credenciales, pero sobre todo un enorme entusiasmo que se contagia desde los primeros compases.
Piano, guitarra, batería, sax alto y trompeta pasaron del nerviosismo inicial al placer lúdico de la improvisación en ciernes, que además era apoyada por el maestro Piña, quien tomó el bajo eléctrico ante la ausencia del alumno titular. El sexteto trotó con vigor y muy buen humor alrededor de The chicken, donde Samuel puso una plataforma que el mismo Chick Corea hubiera celebrado. Samuel Piña, además, tiene sus propios proyectos como líder, el grupo Tínitus (con Vicente Luna) y Samuel Piña Trío.
Hay mucha tela de donde cortar. Mucha.
Salud.